3. ¿Bruno Rizzo?

79 18 8
                                    

—La cena está lista. Se que estás cansada, pero creo que te hará bien comer, ustedes americanas son muy pálidas y delgadas—

Ella camino despacio, alzando la mirada y dejando su vestido negro arrastrar por el piso de madera. Camino hasta las cortinas blancas y pasó su largos y delgados dedos por ellas.

—¿No es así?— ella interrogó, dándose la vuelta dramáticamente.

Yo asentí torpemente, evitando anular el dolor en mi garganta.

—Deberás comprender que en esta casa hay reglas.. una de ellas en mantenerte total y completamente alejada del pasillo que habita en la parte oeste de la mansión — ella pasó un mechón de su dorado cabello detrás de su oreja, y sonrío con ironía.

—Tenemos horarios para todo. A la hora de levantarse, a la hora del almuerzo, a la hora de dormir y definitivamente las salidas— ella camino de vuelta a la puerta, paseando sus dedos por las paredes de madera.

—Sí.. estoy to..—

—Para ti soy la Señora Viuda de Fasco, y sólo eso— me interrumpió.
—Apresúrate a terminar lo que hacías. te esperamos en el comedor— se dio la media vuelta, estampando sus zapatillas y desapareciendo.

Olesschka, viuda de Fasco se parecía a la bruja que quería envenenar a Blanca Nieves. Con sus vestidos impecables, sonrías forzadas y personalidades malvadas. Sabía que su manera de decirme "Señorita Estados Unidos" era solo para intimarme. Para hacerme sentir que no pertenecía a Italia, su descendía y su apellido.

Me paré de nuevo entre las dos escaleras, encontrando un pasillo de madera y pinturas de la señora Fasco, al final del pastillas una larga y ancha mesa que abarcaba la gran sala.

—Oh.. por fin llegas— su voz detuvo a quienes la rodeaban, y los ojos de todos fueron sobre mi.

Cautelosamente me acerqué a la mesa, donde ella estrechaba la mano, indicando mi lugar. Coloque las manos sobre la mesa y acomode mi vestido. Sus ojos me vieron intensamente por un instante y luego sonrió.

—Ella es Emilia.. será nuestra huésped un par meses, viene de América. Por favor trátenla con amabilidad—

En el resto de la mesa dos niñas me observaban con asombro, dejándome ver sus ojos verdes, cabellos dorados y sonrisas adorables. Gemelas. Un chico de melena obscura y piel blanca. se disponía a continuar comiendo. En la cabecera de la mesa un hombre de traje negro, me sonría de una manera en particular. Un hombre que ya había visto. Bajo las manos sobre la mesa, me sonrió alargando sus labios y asintiendo despacio.

—Hola Emi..— una de las niñas meneo su mano en el aire y luego continuó comiendo.

A lo cual me sorprendió mucho, me ríe por lo más bajo y le sonríe a la niña.

—Hola, gracias a todos por su hospitalizada—

¿Acaso Geronimo lo cenaría con nosotros? Mi corazón comenzó a latir muy rápido, sentía mil y un mariposas en mi estómago y una sensación de náuseas. ¿Eso era parte del plan?

—..Pero papá.. debiste ver su cara, no dejaba de hacer gestos raros— y por primera vez vi a aquella mujer sonreír.

—No es así.. yo.. yo sólo no sabía que estaba muy picoso— una de las niñas estampó las manos en la mesa y arrugo la nariz.

La mujer acaricio sus mejillas y le sonrió.

—Papá solo juega, ya sabes que es muy juguetón— y entonces la niña sonrió y continuó devorando su cena.

Herencia ItalianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora