Capítulo 6: Evitemos el tema.

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Una estrepitosa melodía interrumpió mis dulces sueños. Me di la media vuelta dispuesta a ignorarla, pero persistió tornándose molesta, así que no tuve más remedio que abrir los ojos.

Gruñí.

—¡Demonios! —exclamé incorporándome de la cama con fastidio—¡Keith, baja el maldito volumen de ese aparato…!—pero callé de inmediato al darme cuenta de que estaba en mi cuarto de hotel en Madrid y no en MI habitación en Valencia, y que el ruido que escuchaba no era mi hermano menor mirando la televisión sino mi celular.

Me reí de mi misma por ser tan estúpida y lo cogí rápidamente pues sonaba para llamada.

—¿Hola?— atendí. Mi voz sonó como la de un chico luego de haber asistido a un partido de fútbol.

¿Cherry, puedes abrirme? Estoy en la puerta de tu habitación llamando desde hace rato, ¿no me oyes?—la voz de mi madre sonó algo irritada.

—Lo siento mamá, no… ya voy.

Corté. Me incorporé de la cama con velocidad y me dirigí hacia la puerta para abrirle.

—Hola cariño.—me saludó al verme con una de sus maternales sonrisas.

—¿Pasó algo?—pregunté a su vez, extrañada de verla.

—Hola mamá, me alegro de verte…—ironizó entrando a la habitación y dejando su cosas sobre uno de los sillones—¿O acaso no te enseñé modales? —fingió ofenderse.

—Sí, lo siento. Buen día.—la saludé. Le di un beso en la mejilla—Me has sorprendido, es todo. Pensé que hoy entrabas temprano al trabajo.

—Si, yo también lo pensaba, pero sabes como es esto…—bufó—Me han liberado hasta el mediodía. ¿Vamos a desayunar?

Le sonreí.

—¡Claro! Dame cinco para cambiarme.

Me acerqué hasta mi valija y saqué unos shorts de jean, una camiseta azul pálida con estampado negro y mis sandalias negras. Cuando terminé de vestirme, bajamos a desayunar a uno de los tantos cafés con los que contaba el hotel.

Nos acomodamos en una de las mesas que daban al exterior pues a mi madre le gustaba fumarse un cigarrillo de vez en cuando. Tomé la carta y tamborileé los dedos sobre la gris superficie de la mesa mientras la consultaba.

—¿Qué te apetece? —me preguntó mamá luego de haber estado observando el menú por un largo rato. Levanté la vista para mirarla mientras hablaba—A mí, un frappuccino con una porción de esta maravillosa torta que se hace llamar “selva negra”. Bizcocho de chocolate, crema, mousse de chocolate y cerezas al licor...—cerró la carta para sonreírme—Hoy todo está permitido.

Me reí.

—Yo solo quiero un milkshake de frutilla. —comenté cerrando la carta y encimándola sobre la otra.

—¿Solo eso?

Asentí.

—¿Y para comer?

—Siempre puedo robarte un poco de torta a ti. —me reí. Abrió bien grande sus ojos.

—¡Si te comparto!

Abrí los ojos también, sorprendida por su respuesta.

—¡Mamá!

Quise continuar peleándola pero llegó una de las camareras por nuestra orden. Se la dijimos y luego de diez minutos nuestro pedido ya estaba sobre la mesa. Lilan apagó rápidamente el resto del cigarrillo sobre el cenicero.

Love SongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora