Un Duro Despertar

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Siento el sabor metálico y dulce de la sangre en mi boca, siento mi cuerpo arder, pero, no puedo moverme.
Al abrir mis ojos percibo la oscuridad absoluta, trato de distinguir algo que me ayude a ubicar me, pero, sin éxito.

Empiezo a palpar a mi alrededor, gateando logro encontrar un bulto tan frío como el hielo y rasposo como esquirlas de espejos. De pronto todo al rededor se prendió en llamas, aumentando el calor de mi piel. Los tonos rojizos a los amarillos no lograron desvelar nada a mi alrededor, la oscuridad seguía tan penetrante como en el inicio. Me giro de nuevo hacia el bulto frío, pero, esta vez encuentro unos ojos azules como el zafiro, con una delgada franja negra. Nuestras miradas se conectaron en lo que parecía una búsqueda de respuestas.

-"Los ojos del cielo, podrán presenciar el infierno"-dijo una voz ronca y majestuosa, que comenzó ha hacer eco por todo el lugar.

La asfixia lentamente se apoderaba de mis pulmones a causa del humo hasta que siento como desvanezco sin que esos ojos dejen de mirarme... Tan profundos y atrayentes como la muerte.

Despierto agitada sobre un asiento, sujetando mis piernas contra mi cuerpo. Soy la única en este bus, pero, ¿A dónde voy?

Tratando de organizar mis pensamientos y tranquilizar mis nervios miro a mi alrededor, escucho los golpeteos de las ramas impactando contra las barras de metal que se cernían a las ventanas,  la lluvia azotaba la copa de los arboles que impasibles danzaban con el viento.

-Pronto llegaremos al destino, por favor recoja su equipaje antes de entrar al Reclusorio Luciam Ignis-sonó una voz autónoma femenina- recuerde presentarse en la dirección y dejar todas las cosas peligrosas en la revisión de la entrada...

La voz siguió pero yo solo pude concentrarme en la palabra Reclusorio, ¿Cómo?¿Cuándo?¿Qué?

No salía de mi Shock aún cuando vi unos edificios antiguos, con barrotes en las ventanas. El olor a muerto se sentía incluso dentro del carro.

-Llegamos- hablo el chófer.

Me paré y me abrace mientras bajaba por las torcidas escaleras del bus. Una señora de unos 50 años, cabello canoso recogido en moño, ojos marrones y estatura baja, me jalo el brazo para desatar me las cadenas de mis brazos que no había notado hasta entonces.

Tome mis cosas, un par de maletas bastante gastadas. La señora me hizo una señal para que la siguiera. Me hizo pasar por una puerta detectora de metales y abrió mis maletas rebuscando en su interior.

-Dirígete a la oficina de la directora y regresa para llevar tus maletas a tu habitación- asentí y me puse en marcha después de una breve descripción de como llegar.

Mientras caminaba por los pasillos desiertos con olor a cigarrillo y aromatizador en exceso, me provoco mareos y dolores en la cabeza. Pude notar que el interior que aunque lleno de grafitis estaba bien cuidado y limpió.

Al llegar a la puerta con un letrero con letras doradas que decía: Dirección. Toque y una voz chillona me contesto con un pase.

Al entrar pude distinguir un ambiente bastante cálido, una señora de 20 años estaba tras el mostrador.

-Espere sentada detrás de Zack, por favor- me sonrió- Soy la secretaria, me llamo Jessica, pero todos me dicen Jess. Espero no verte mucho por aquí.

Solo la mire de arriba a abajo y después me senté tras un chico de piel morena y ojos café. Seguía abrazando me a mi misma. Seguí inspeccionando el lugar mientras esperaba. Había un reloj que los marcadores daban vueltas contradictoriamente, también había encima del mostrador una cafetera y en cofre abierto con algunos dulces.

Falsum Rerum Donde viven las historias. Descúbrelo ahora