Capítulo 3

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Realmente no me quejaba de mi vida hasta ciertos puntos. El general Ernest al ser la persona con mayor rango, él y su familia comían bastante bien. Así que nunca me queje de la comida. Mi cuarto al igual que el de Madison y Ernest tenían de todo. Realmente no me quejaba, pero a veces me sentía mal. Era como vivir en un sistema aristócrata, me sentía culpable la mayoría del tiempo, pero otras veces me quedaba pensando en que mas bien me lo merecía, perdí a mi padre por Ernest y ahora vivo así, supongo que es muy buena compensación. El problema era que después de pensar eso, me sentía peor aún, no me gustaba sentirme como un niño mimado.

Y se preguntaran ¿Por qué necesitaría salir y/o escapar si su vida no era tan mala?

Bueno, la respuesta es simple; mutación y experimentación. Otra cosa por la cual odiar a Ernest. El caos comenzó durante la cena. Como dije anteriormente los últimos pisos están diseñados para poder refugiar a la gente en caso de ataque o emergencia. Como tal son los pisos del 97 al 99 son los pisos con viviendas. El piso 100 al ser el último es el hangar, de esa manera los aviones o vehículos ascienden por el agujero. Por esta razón estábamos "seguros" gracias al sistema de bloqueo de la base. Pero en ese momento el sello no funciono, y al asomarse por la ventana se lograba ver el humo de lo que había sido una explosión en el piso 76.

En cuanto las alarmas sonaron pareció que Ernest recibía miles de llamadas. Al lado del comedor estaba su oficina, se levanto corriendo y activo las holocomputadoras, apenas se alcanzo a ver un esquema de las instalaciones con la sección del piso 76 en rojo cuando la puerta se cerró. Madison al igual que yo, salimos corriendo a nuestras habitaciones y agarramos nuestras mochilas de emergencia.

Desde el ataque de hace 50 años se solicito a los ciudadanos que tuvieran una mochila de emergencia en caso de ataque y que se necesite evacuar. Las mochilas contienen una pistola, la cual dispara balas de Kn12, (el Kn12 es casi todo lo que se usa aquí dado a que es el mineral más abundante del planeta), botellas de agua, comida deshidratada y un mapa de las instalaciones donde uno se encuentre. En nuestro caso es del agujero de la muerte.

En caso de emergencia el protocolo es tomar tu mochila e ir al espacio de seguridad en cada hogar. Pero en yo en ese momento agarré mi mochila y no pude evitar detenerme por mi holotubo y el collar de mi madre. Era lo único que mi padre tenia de ella y es lo único que me queda de ellos. Sali corriendo de mi habitación en cuanto agarre mis cosas, llegue a la estancia con Madison y Ernest sangrando, tropecé con mi alfombra y me pegue la cabeza con la esquina de un mueble junto a la puerta.

- ¿Qué te paso? – me pregunto Madison en cuanto llegue.

- Me golpee es todo-

- ¿Por qué tardaste tanto? –

- Por nada...- hago una pequeña pausa – Solo... me distraje con el golpe-

- O con las cosas en tus bolsillos supongo- me interrumpió Ernest cuando acabe.

- Bueno- dice Madison dirigiéndose a su padre- Eres el jefe aquí, ¿Qué suce- dió? –

Ernest hizo un gesto evasivo para evitar responder. Tras una expresión algo tenebrosa por parte de Madison el solo dijo: "hubo un incidente en el subnivel 76, lo están solucionando".

Las cosas estuvieron tranquilas 5 minutos. Entonces las luces se apagaron e incluso Ernest se vio preocupado por primera vez. El sistema de emergencia se activó después del apagón, los pisos de vivienda se sellaron y el anuncio de alarma fue emitido; "favor de permanecer en sus casas" "se esta arreglando la situación" "no salgan de sus casas hasta nuevo aviso" "si necesitan comida, agua o medicamentos se liberarán las cajas de emergencia en la sección de la cocina".

Repitieron el anuncio por dos minutos y cuando los altavoces callaron Madison fue a la cocina a buscar la caja de emergencias por vendas y aspirinas para mí, aplico alcohol en mi herida y coloco las vendas. La verdad es que en ese periodo casi rompo en llanto por el dolor. Una vez que me relaje nos volvimos a sentar en la mesa a terminar la cena. Pero ninguno podía estar tranquilo, ni siquiera Ernest, no dejaba de temblar. Madison y yo lo notamos por lo que tampoco podíamos estar tranquilos.

100 pisos de profundidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora