Capítulo 1: GranPueblo

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GranPueblo era todo lo que una metrópolis odiaba, ya saben, pequeñas tiendas en vez de supermercados, gente de sandalia los domingos y plazuelas llenas en los dias de calor.

Era buen lugar, un buen lugar para crecer y ser feliz a los ochos años. Siempre andábamos en problemas, hablo de mí y de Kleif Weise, mi mejor amigo en todo el mundo. La gente en el pueblo sabía que donde estábamos algo explotaba o se partía en miles de pedazos. Era grandioso arruinar todo, el caos es perfecto cuando se lo ve desde afuera.

Kleif es tartamudo, alto, flaco y encorvado, un tipo genial. Su familia tenía mucho poder en el pueblo, su padre era dueño de una constructora, lo que lo hacía un tiburón dentro de una pecera. Aún así, mí pobre amigo no podía librarse de las burlas de los demás.

-Me importa po... popo... co lo que digan- eso siempre decía en respuesta a cualquier tipo de insulto.

Yo admiraba eso, y claro, también admiraba todo lo que con Kleif venía, y eso lo digo por sus padres, esos dos eran lo mejor de la existencia, siempre nos esperaban con comida al final del día, su madre siempre me daba caramelos, y en los veranos el papá de Kleif nos llevaba a pescar al lago Terriomal.
Pero la vida no es una comedia americana en donde el niño disfuncional encuentra un familia modelo en la cual apoyarse, y cuando teníamos doce años los Weises, amables y adinerados decidieron mudarse para nunca más volver. El dolor que sentí esa tarde de aquel verano, acabó con los buenos días, con las cenas calientes y me dejó en el lodo de la realidad a mi suerte con un padre alcohólico.

A esa edad la única sonrisa que reconocía era la de Simonne, una amiga, o al menos lo fue hasta que cumplimos diecisiete, Simonne se juntaba con nosotros porque las otras niñas no la querían, supongo que así era porque ella es excepcionalmente linda. De cabello negro y nariz pequeña. Kleif la amó durante toda su niñez, pero ni siquiera en su último día en GranPueblo se animó a decir la verdad. A veces pienso que si él le hubiese dicho algo, yo no hubiese sido su primer acoston cuando teníamos quince. Pero todo se arruinó, ella me amó, y yo asustado, comencé a acostarme con otras chicas.

¿Quién sabe qué es el amor a los quince años? Aún más cuando te empiezan a cosiderar el chico más guapo del pueblo. Dejamos de hablarnos y no insistí, no quería destruirla más.

En fin, así como de ocho pasé a doce, luego a quince, hoy hablo a los dieciocho. GranPueblo nos quedó pequeño, los niños traviesos ahora eran vándalos sexualmente activos, las niñas usaban bra y hacían una que otra mamada en los baños públicos para sentirse como mujeres malas de ciudad. Los chicos fumábamos yerba y cogíamos con las zorras de "La casa Rosa" el único burdel que estaba a las afueras.
GranPueblo no se había convertido en un mal lugar, nosotros habíamos crecido.

No volví a tener otro amigo, no después de Kleif, los otros eran conversaciones ocasionales que distraían mi mente de la soledad. A decir verdad no soy popular, tampoco capitán del equipo de futbol o alguna mierda por ese estilo, solo soy apuesto e inadaptado, lo que me da cierto aire a chico malo, tal vez lo sea, no lo sé.
Empecé a trabajar medio tiempo en una fábrica de cervezas, era supervisor, pero no por mérito, a la dueña la ponía cachonda, yo podía notar como sus pezones se endurecían cada vez que ella estaba cerca mío, tal vez habérmela tirado me hubiera convertido en gerente, pero tenía una berruga arriba de los labios que me incomodaba.

Era domingo, yo había salido de casa para fumar un rato y dejar de ver a mi padre acostado con resaca en el sofá, es verano, pero como si el clima supiera mi estado de ánimo, el viento helaba las mejillas. Tuve que detenerme en seco, la vieja pero conservada casa Weise está siendo amueblada nuevamente. La rabia me consumió, ese lugar es lo único que me amarra a un tiempo feliz, y ahora será habitada por alguien, alguien más que no sabe que en la biblioteca uno de los libreros se abre y te lleva al sótano, el lugar donde el señor Weise tenía una mesa de billar, pasábamos mucho tiempo ahí con Kle...maldita sea, no podía ser.
De la puerta de la casa salió un chico de cabello rojo, delgado, alto, encorvado pero ya no tanto.
Hasta se veía bien, se veía muy bien.

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⏰ Última actualización: May 06, 2018 ⏰

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