Jamás podrás olvidarme

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ad.smut

El dulce gemir de sus labios llevo a NamJoon a la ruina. " Dame todo de ti, bebé." Esas palabras lo hicieron temblar, elevar lentamente las caderas, aplastarse en los muslos desnudos de NamJoon, enterrando la separación de sus nalgas contra la erección presionándose contra él. Por el contrario, el fascinante culo del pálido moviéndose sobre su  despierta entrepierna despertaba en él nuevas sensaciones, un latigazo de placer recorrió su torso desnudo, cubierto por gotas de sudor por la excitación. Su respiración se aceleró, arrancándole guturales gruñidos cada que el movimiento se intensificaba al compás de las caderas de su pequeño novio.
Si YoonGi buscaba provocarlo, tendría que prepararse para hacerlo gritar su nombre en venganza.
Abrió los párpados con dificultad, pequeñas gotas de sudor le recorrían la frente para nada más que encontrarse una maravillosa obra de arte; una que solo él tenía permitido pintar, con sus labios, con sus manos, al tocarlo en los lugares que el moreno corrompió por primera vez cuando tan solo YoonGi tenía dieciséis. Sus pupilas se perdieron en el precioso rostro a escasos centímetros de él, elevó las caderas creando un nuevo torbellino en el pálido de bonitas mejillas color cereza, provocando que los pequeños labios hinchados trazaran distintas figuras circulares, haciendo más preciso ese temblor en las piernas aferradas a su cintura, sintiendo caricias de esos lechosos muslos a su cadera;  NamJoon se encontraba en el puto paraíso, a pesar de arrastrar consigo a su ángel directo al infierno.
— YoonGi, quiero que chupes tu dulce preferido. No querrás que vuelva a ocurrir lo de anoche, ¿o sí, ángel? —  Al igual que un pequeño niño coqueto el nombrado abrió paso al levantarse, empujando con sus palmas las piernas tonificadas al arrodillarse e iniciar propinando pequeñas cantidades de saliva sobre la punta, apegando su traviesa lengua en la punta hinchada, misma que anhelaba sentir haciéndolo revolcarse entre sabanas. De forma coqueta adentró lentamente, fijando sus ojos gatunos en el maravilloso espectáculo frente a él: NamJoon soltando roncos jadeos, golpeando al colchón con los puños resaltando cada vena; por un segundo, YoonGi pensó en comportarse mal, ser un niño malo para provocar a su papi y obtener nalgadas, las que probablemente acabaría lamentándose al día siguiente.
Los dientes del pequeño se clavaron en el glande delicadamente, arrancándole a NamJoon una maldición, seguido de abrir de golpe los párpados y encontrarse al menor adentrando más su pene en esa dulce boquita.

— ¿Intentas provocarme, YoonGi? Sabes que me fascina hacerte pedazos... 
Los ojos del menor también se abrieron al sentir un tirón brusco en sus cabellos, y la longitud abarcar por completo su cavidad bucal sin cuidado alguno. Las arcadas no tardaron en escucharse, sin embargo eso no detuvo a NamJoon, pues mirar su miembro estar hasta el fondo de sus labios encendía en él lo más sucio, escuchar a su pequeño novio lloriquear, golpear sus muslos lo incitaba a moverse sin misericordia al igual que un puto animal perdido por el placer que le causaba.

Es tu castigo por ser un niño malo, Yoonie.

Pronto perlas recorrieron las mejillas sonrosadas del menor, tiras de semen a las orillas de sus pequeños labios hinchados hicieron perder el control a NamJoon cuando al bajar la mirada se encontró a su ángel lloriqueando avergonzado, a punto de limpiar con el dorso de su palma el espeso líquido.

— Trágatelo todo, YoonGi.

Ordenó, e inmediatamente el semen quemó si garganta.
Unas grandes palmas lo tomaron por sorpresa al ser levantado por los muslos, YoonGi no dudó en flexionar las piernas alrededor de las caderas contrarias y pegar un doloroso grito en cuánto sin previo aviso algo le llenó de golpe, haciendo al pálido cuerpo temblar contra el torso de NamJoon.

—  P-Papi, puta madre, ¡Me duele!

El moreno no prestó atención, después de todo YoonGi había sido un niño malo y ameritaba ser castigado por él. No pasó por alto aquella palabra, por lo que sin dejar a que se acostumbrarse a su tamaño el vaivén de caderas intensificó, causando el sonido húmedo de su pelvis chocando contra el bonito culo enrojecido en el que en esa posición podía apreciar perfectamente frente a uno de los espejos de la habitación. Frente al reflejo se observaba al pálido de espaldas, con NamJoon sosteniéndolo de pie, apreciando perfectamente como su miembro entraba, y salía bruscamente de los anillos musculares apretandolo deliciosamente. Gemidos por parte de ambos hicieron ruido en todo el apartamento, roncos gruñidos, maldiciones, el sonido de su palma extendida golpeando la sensible piel en ambos glúteos de YoonGi, y por parte del menor palabras arrastradas, gemidos agudos soltaba con fuerza.
Bastaron unos cuántos minutos para que ambos cuerpos llegaran al éxtasis, YoonGi machando sus dedos y parte del torso trabajado sosteniéndolo, y NamJoon corriendose en lo más profundo del interior estrecho.

— ¿Ya te dije qué te amo, bebé?

— Romperme el culo no es amor, NamJoon.  Aunque... también te amo.


MINE ; Namgi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora