Capítulo I: "Eso"

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Era una oscura y fría noche en Arenville, un ambiente tenso y sombrío se esparcía por todo el pueblo. En un asilo mental abandonado, recubierto por la neblina, estaba ocurriendo algo demasiado extraño, algo que nadie jamás en su vida habría imaginado...

Una persona corría por los pasillos del asilo, desesperado, aterrado, con un miedo profundo a algo que le acechaba, que lo perseguía. Sus movimientos eran torpes y las direcciones sin sentido que tomaba lo hundían más y más en aquel terrorífico lugar, pero su miedo a no sobrevivir a "eso" que lo perseguía desde las sombras lo impulsaba a seguir, aunque en vez de conseguir escapar estaba sellando su propia tumba.

Completamente desesperanzado y cansado, cruza entre sala y sala hasta llegar a un amplio lugar parecido a una sala de reuniones. Estaba oscuro, con la más ínfima iluminación que una pequeña ventanilla rota podía proveer. La escasa luz le hacía tropezar contra los escritorios y las sillas, que aunado a lo entumecidas que se encontraban sus piernas a causa del frío abrumador que afectaba al centro y al gran esfuerzo que habían sido sometidas, atenuaban su andar, casi haciéndole caer.

El hombre huyó hasta entrar en una habitación en la cual la fatiga pudo con él y cayo desplomado al suelo, con siquiera fuerzas para tratar de arrastrarse y seguir huyendo. Era su fin, lo tenía claro, ya no había escapatoria. Atemorizado por lo que le deparaba el destino, tendido en el suelo, escuchaba los extraños ruidos que provenían del exterior de la habitación.

- ¿Qué eres?-exclamó con exiguas fuerzas

De golpe, una fuerte corriente de viento aparece de la nada en la habitación, que se encontraba en un profundo silencio, apenas perturbado por la respiración agitada del hombre.

- ¡¿Qué eres?! ¡¿Por qué me persigues?! ¡¿Qué quieres de mi?! ¡¿Por qué yo?!

La habitación casi enteramente desprovista de iluminación quedó sumida en una terrible oscuridad, producto de las sombras que se proyectaban en ella. Un frío gélido recorre su espina mientras que una tenue voz le susurra al oído algo que le heló la sangre.

- Tú... serás el primero,... más... no el único... J.

Una escena brutal se presenciaba en la sala. Sangre y visceras por doquier, en una oda a la crueldad y al más frío instinto asesino. Sombras en todos lados, carcajadas macabras que retumbaban a lo largo y ancho del edificio. Gritos ahogados por el agotamiento que servían de nada puesto que su vida estaba llegando a su final.

Una vez que terminaron de divertirse con lo que si tan siquiera sobró del cuerpo de lo que en vida solía ser un hombre, las sombras se disiparon por todo el lugar, dejando estelas de sangre por los pasillos, pasillos que otrora habían sido testigos de la decadencia humana en su punto más álgido y que ahora atestiguaban el final de los días de otra persona, otra víctima más, sólo que esta vez la identidad del verdugo era un completo misterio que ahora había que descubrir.

- Buen viaje, J

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