Capitulo I: Dos Amantes en el Ocaso

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Lara-Venezuela 10/05/2018

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Lara-Venezuela 10/05/2018

En las costas de los países de América del sur también es perceptible un deslumbrante resplandor de color atardecer, como si el cielo estuviera en un perpetuo Crepúsculo, pero Sebastian ya vivía en una ciudad de crepúsculos.

Rmmmmp— Suena la alarma del móvil, cerca de la cama de un joven durmiente.

_Sebastian se despierta y es inmediatamente impresionado por el vivido matiz de las abrasadoras luces naranjas, de hecho eran verdaderamente hermosas, casi atrapantes, pero no lo distrajeron, no demasiado. Aunque su ventana estaba justo al lado de su cama, y los rayos de luz traspasaban la cortina, era un chico tenaz para encontrar el sueño.

Rmmmmp— Repico una vez más

Sin embargo la alarma sonó y seguiría sonando, había olvidado quitarla, de una manera poco lucida encuentra su teléfono y apaga la alarma, entonces se recuesta para continuar su sueño, pero su mente es constantemente desviada del descanso por el recuerdo del color, de aquellos penetrantes rayos de luces vivas, que al igual que su débil cortina habían traspasado su mente, impregnándose con fuego en sus pensamientos, no eran comunes esos fuertes tonos en la mañana, la idea le rondo un tiempo en su mente, después de unos minutos entendió que no se dormiría de nuevo, aquellas luces le habían ganado a su cansancio, las malditas luces no le permitirían recobrar su preciado sueño, "Apolo Había derrotado a Morfeo"

se pasó la palma de la mano por los parpados, no es como si mejorara su estado, solo era una vieja costumbre que no iba a cambiar esta mañana, entonces abrió sus ojos solo para dilucidar bien, que causaba la escandalosa luz, se levantó y se estiro minuciosamente las extremidades del cuerpo, miro hacia los lados, no había mucho que ver, era una habitación básica, un televisor pequeño de caja puesto en un escritorio-biblioteca en frente de su cama, justo al lado, un ventilador desgastado, a la izquierda de su cama, un Aero-closet posado encima de una cómoda de madera con nueve gavetas.

Al terminar su usual rutina mañanera, abrió la cortina, permitiendo la vista desde su ventana, develando un ambiente casi ficticio, las calles había sido poseídas por un tono naranja proveniente del cielo, los edificios, las señales, la gente, todo sumido en matices rojizos, al mirar arriba encontró las nubes de su ciudad, ahora naranjas, como si el cielo se desangrara, como si de una hemorragia se tratara, bañaba en luz de sangre la ciudad entera, un régimen desde el reino de las nubes con soldados hechos colores, que sin piedad caían en legiones hacia la superficie, portando alas echas de rayos más acentuados, derramando sus tonos, impregnando la ciudad de su horrido color naranja.

Este Mundo se hace cada vez más raro, ¿No Sebastian?— dijo en un grito el hombre una ventana a la derecha para perturbar los profundos pensamientos de su vecino

No, Señor Rodríguez— le responde Sebastian, en una típica voz calmada, mirando de izquierda a derecha— Este mundo Siempre ha sido igual de raro, igual de tenebroso, solo que cada vez hondamos más en sus sombras, descubriendo nuevos terrores— continuo, con la desgastada voz que usaba para parafrasear términos elegantes.

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⏰ Última actualización: May 06, 2018 ⏰

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