Capítulo I

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   Ana  bajaba del micro un sábado por la mañana, era marzo y a pesar de que hacía calor se notaba el inicio del otoño. Ana iba vestida con un pantalón corto, una remera roja, sencilla, con un estampado negro, y una mochila amarilla, la que llevaba a todos lados. En los pies zapatillas deportivas. Comenzó a caminar por la vereda de la Plaza San Martín, que daba a la calle 7, mientras guardaba su monedero en el bolsillo más pequeño. 

   No había mucha gente caminando. Los negocios estaban abriendo y los vendedores ambulantes estaban armando sus carros. Miró su reloj, eran las 9:15 a.m. Ella tenía que llegar a las 10:00, no eran muchas cuadras las que le quedaban por caminar, lo quisiera o no iba a llegar bastante temprano. 

   Se sentó en algunos de los bancos de la plaza y se puso a pensar. Estaba muy agradecida a Patricio porque le había conseguido la beca para esa escuela de arte. Pero a la vez estaba muy nerviosa, no conocía a nadie y ni Patricio ni Leandro habían querido acompañarla. En realidad ella no los dejó, quería empezar una nueva vida y para eso nadie se tendría que enterar de su pasado. Levantó la cabeza y comenzó a fijarse en la gente. ¿Esconderían tantos secretos como ella?

   Nadie le prestaba atención iban todos con sus celulares más grandes que sus propias manos. No tenían consiencia de lo que pasaba alrededor de ellos, a no ser que tuviera algo que ver con sus redes sociales. 

   Miró su reloj, 9:30 a.m. el tiempo no pasaba más, así que empezó a caminar, lento, exageradamente lento. Dobló a la izquierda y cruzó la calle, siguió caminando un poco más, y llegó, la puerta estaba abierta. Siguiendo con su lentitud entró.

Cuando la música no suene.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora