Castigo digno.

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Diciembre de 1996, Seúl.

-¿Qué quiere decir que murió? -lo miró con dudas- es decir... ¿a dónde se va? ¿cuándo vuelve? ¿por qué se fue? -Jihyo tenía moción de la palabra, sin embargo nunca estuvo tan cerca a su significado

-Ella... tu mamá no volverá, no sé a donde se va la gente sólo... desaparece. Murió porque... no lo sé hija. -miro en espera de su reacción

-Pues... no quiero que se vaya, dile que se quede. Vamos, hay que decirle los dos.

-No, Jihyo, así no funciona -la niña empezó a formar las primeras lágrimas

-Papá vamos con mamá, hay que decirle que...

-¡DESPIERTA JIHYO! -gritó su padre- YA SABES QUE NO VOLVERÁ, NO ERES ESTÚPIDA.

Y entonces Jihyo se dio cuenta que no podía esconderse de la realidad detrás de su pequeña edad, su mamá se había muerto. Lloró mucho ese día, lloró hasta quedarse dormida en el auto de su padre, quien arreglaba las cosas de la funeraria. Quedó tan completamente deshecha que no fue capaz de estar presente en el entierro. Su padre regresó por ella a casa de su abuela después de 3 días de haberle dicho la verdad. La niña había palidecido y estaba un poco retraída, por su parte su padre siendo el mejor psicoanalista de Corea sabía muy bien qué hacer.

La niña creó un lazo especialmente fuerte con él después de eso. Jihyo reposaba su tranquilidad y esperanza en aquel hombre. Y aquel hombre escondía sus penas en el proceso de proteger a la pequeña. Ninguno podía estar sin el otro por mucho tiempo.

Park Jihyo

Nacida en 1985, hija más pequeña, su hermana mayor quien le llevaba 5 años vivía en Australia desde los 10. Vive únicamente con su padre desde los 11 después de que su madre muriese asfixiada con el monóxido de carbono proveniente de un coche. Su muerte no estaba clara para ella, pues siempre prefirió omitir detalles de ello.

33 años y siguiendo más o menos la línea de su padre, la psiquiatra novata tenía alrededor de 3 años trabajando en Osaka, Japón. Su pequeño consultorio estaba situado en una calle por la que pasaba un pequeño canal de agua, lo que hacía que las mañanas fueran frías y las tardes frescas, además de la excepcional vista. Su padre se había retirado hace 3 años, cuando Jihyo pensó en trabajar en Japón, le pasó la mayoría de sus contactos.

La relación que tenía con su padre parecía sacada de un cuento. Ambos se amaban el uno al otro, su padre la apoyaba en todo y fue quien le pagó los 2 consultorios, el de Corea y Japón. Jihyo siempre le ha dado a su padre todo el amor que una hija tiene para dar, su vida estaba para su padre y su padre para su vida. Viajaban juntos a todos lados y permanecían juntos en cualquier lado. Jihyo y su padre tuvieron que superar la muerte de la madre de ésta juntos, lo que unió aún más sus corazones. Para Jihyo no existía mejor hombre que su padre, él siempre le habló muy bien de su madre y de cuánto la amaba, además de siempre ver por sus hijas para todo, aún después de que la mayor se alejara para siempre de ambos.

Sin embargo, Jihyo tenía pesadez en su corazón. Hace casi 3 años su vida dio un giro de 360° su padre ya no era quién ella conoció por todos esos años, ni la imagen de su madre era igual y por fin logró entender porqué su hermana se había distanciado. Para Jihyo el valor más importante es la lealtad, no podía imaginar darle la espalda a alguien quien siempre tuvo a bien amarla y darle todo lo bueno de sí. Sobreponía la lealtad ante cualquier otro valor, inclusive si para ser leal tenías que mentir.

-Hija, ¿trabajarás hasta muy tarde? -preguntó viéndola servirse café en un termo color azul celeste a las 7 de la mañana

-No lo sé -contestó diferente- mi última cita es a las 8 de la noche, pero puede que atienda a alguien más, aún no lo sé

Hypnosis. [SaHyo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora