Capítulo 2: Juzgado

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Eran como las nueve y media de la mañana; el sol calentaba nuevamente sobre el Santuario y los pajaritos trinaban, completamente ajenos a la frialdad y a lo que hervía dentro de la onceava casa.

Shion despertó con las muñecas acalambradas debido a una mala postura al dormir; la sensación de debilidad volvió a poseerlo, seguido de un sopor, el cual ahora buscó desesperadamente sumergirse. Un tintineo de cadena lo devolvió a la realidad. Se llevó una mano a la frente, tratando de quitarse lo que sea que tuviese en ella, y trató de invocar su poder, pero nada. Seguía bloqueado... debían haberle pintado los lunares.

«Pero la pintura se quita...» pensó, y se humedeció los dedos con saliva, a la espera de poder quitarse el líquido, pero nada. Los dedos salieron impecables y sin rastro de la susodicha pintura.

—Pintura indeleble, Shion...—dijo una voz conocida. Era Camus de Acuario, que estaba entrando a la habitación. Arrastró una silla a su lado y sonrió.

— ¿Cómo nos sentimos hoy?

El patriarca no respondió. Solo se limitó a torcerle la cara. Trató de cruzar los brazos, pero la escasa longitud de las cadenas se lo impidió. Frustrado, dejó caer las manos a los costados.

—No, Shion, no te permito que hagas gestos de "reserva" hacia mí. Además... ¡muéstrame tu educación como patriarca que eres y mira a los ojos cuando se te hable!

Pero el terco patriarca se negaba a obedecer, encerrado en su frustración y resentimiento hacia Camus. El francés, algo irritado por esa actitud, lo tomó bruscamente del mentón, aprovechando aun su debilidad.

—La actitud altanera y pedante no te queda, y por eso metiste la pata bien hondo conmigo, Shion de Aries —Repuso Camus, entre dientes —.No tienes derecho a salir con patadas a quien te está dando de comer y se preocupa por ti... alguien que podría ahora mismo matarte con todos los derechos.

Ante esto último, Shion resolló; sus ojos rosados se inundaron de furia y la boca se le retorció en un evidente gesto de ira. Finalmente, con voz ronca y algo trabajosa, escupió:

— ¿Preocuparte por mí? ¡No me hagas reír! No sé que demonios te traes, pero de lo que sí estoy seguro es que no es nada bueno... ¿qué no te bastó la mierda que Saga me hizo? ¡Responde!

Airado, Camus lo abofeteó, y luego lo agarró por la túnica, acercándolo a su rostro peligrosamente. Shion sintió el tirón de las cadenas contra sus muñecas.

—Escúchame bien, Shion de Aries: aquí en mi casa harás lo que se te ordene, porque ahorita mismo, me vale que seas patriarca, amén de que estas en MI poder. Además, todavía me debes esa violación, y escríbelo Shion, te la haré pagar... y con creces...

Lo empujó bruscamente hacia atrás, y procedió a ajustar las cadenas para que Shion quedase inmóvil e indefenso. Luego, con saña, le abrió la túnica en dos, descubriendo el pálido pecho.

—Además... no me importa lo que Saga haya hecho contigo, porque al fin de cuentas, si lo hizo es porque quiso. De ningún modo le ordené que fuese tras de ti, si eso es lo que estas pensando...

Camus hurgó en el pequeño cajón y casualmente encontró un par de pinzas de colgar ropa. Sin pensárselo mucho, las colocó en los pezones de Shion, quien hizo una mueca de evidente dolor e incomodidad.

—Lucen hermosas en tus tetillas, Shion. Ahora, tu pequeño castigo por tu altanería será permanecer atado y con estas pinzas hasta que yo regrese...

— ¡Estás loco!— Protestó Shion.

—Loco no, querido patriarca... simplemente asegurándome de que mi víctima predilecta no haga tonterías...—repuso Camus. Jaló un poco las pinzas y lamió la pálida mejilla de Shion. Luego agarró un pedazo de tela y lo amarró en la boca del patriarca.

Pintura perdida (varias parejas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora