Capítulo 3: Sentenciado

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Esa misma noche, Camus de acuario había resuelto encerrar a Shion y dejarlo ahí hasta que sintiese ganas de descargarse con él. Prefirió ir a dormir, pues se sentía anormalmente cansado. Verificó el cerrojo en la habitación de Shion, tan solo para asegurarse de que este no escaparía de ninguna manera.

—Ha pasado un segundo largo día, desde que te atrapé en mi templo de locura Shion de Aries...— murmuró Camus mientras se arropaba —. Bienvenido a mi vida, estúpido...

Nada había vuelto a tener sentido desde que Shion abusó de él; nada fue igual desde ese horrible día, y mucho menos, nada había sido igual desde que arrastró a Shion a la morada de su locura.

—Te romperé Shion...— susurró, mientras el sueño lo abrazaba —Te romperé y no quedará nada de ti...


— ¡TE PEDÍ QUE LLEVASES UN CONTROL RIGUROSO DE LAS DOCE CASAS DURANTE MI AUSENCIA! —gritó Shion, iracundo.

— ¡Y eso hice!— replicó Camus, a la defensiva — ¡Pero si los demás no cooperan por vagos, entonces lo que lee ahí será lo único que se puede sacar en limpio!— Luego, como si lo hubiese pensado mejor, añadió:

— ¡Y deje de gritarme! ¡No tengo la culpa de que los demás sean unos vagos!

Iracundo, Shion le mostró los dientes. Luego lo agarró del cuello.

—Primero que nada: YO te grito como A MI ME DA LA GANA... y segundo, NO culpes a otros de tu incompetencia...

—Será que no sabes interpretarlos bien. Las cosas están así y no puedo hacer más de lo que hago. Mi deber es cuidar el templo de Acuario, y en realidad estoy cuidando de todo el Santuario... ¡CUANDO ESE ES TU TRABAJO!

Shion lo azotó contra el suelo violentamente, y luego lo arrastró por el pelo.

—Te enseñaré a obedecer sin chistar y a hacer las cosas bien...

Una vez en la habitación, Shion ardió su cosmos y cerró todas las puertas y vías de escape. Luego parpadeó y la armadura de Camus salió volando por los aires para terminar armada en un rincón, fuera de su alcance. Esto confundió al francés.

— ¿Qué demonios...?

Otro parpadeo más, y las ropas que Camus cargaba desaparecieron en medio de jirones, quedando completamente desnudo ante el patriarca, quien ahora tenía una mueca iracunda, mordaz y perversa, todo al mismo tiempo.

—Silencio perra...— Shion se teleportó tan sólo para reaparecer de una sentado en el regazo de Camus. Le tomó por el pelo y se lo jaló, echándole la cabeza hacia atrás; contempló con malicia la delicada piel del cuello, y lamió sugestivamente esa delicada curva.

Camus tragó saliva sin saber que decir o hacer; aquello era anormal, sobretodo viniendo del patriarca. Lo hubiese esperado de Aioria o de Milo pero... ¿de él? ¿El gran y circunspecto señor Shion de Aries?

—Señor...señor Shion... ¿qué...qué intenta?

— ¡ARGH! ¡DIJE QUE SILENCIO, ESTÚPIDO!— replicó Shion, pegándole un manotazo directo a la boca que lo tumbó de espaldas contra la cama. Luego, como fiera sobre presa caída, el patriarca se abalanzó sobre los labios de Camus, besándolo con rudeza, arrebatándole el aire.

Camus abrió los ojos, sorprendido, sin saber que hacer. Al sentir la lengua de Shion profanar sus labios, dejó los brazos caídos en la cama y cerró los ojos, intentando quitar la imagen del patriarca haciéndole aquello. No merecía tal castigo...no por unos tontos informes.

Pintura perdida (varias parejas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora