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Soñamos que las personas a quienes queremos, sean eternos porque no estamos preparados a la idea de que la vida es injusta con aquellos que menos se lo merecen.

Recuerdo que querías conocer muchos países, bailar, tomar un buen café todas las mañanas, correr bajo la lluvia, contagiar al mundo con tu simpatía tan única.

Esas cosas que fueron cambiadas por tratamientos, quimioterapia, medicamentos que en su mayoría no hacían efecto, todo para que al final aquello sólo sean sueños que no serán cumplidos.

Y renunciaste a seguir, rechazaste las falsas esperanzas que te ofrecían.

Para la vista de muchos eso estaría mal, pero no saben de tu sufrimiento, de tu lucha, esa fue tu decisión y ni yo pude detenerte.

Pero no por eso dejé de apoyarte, sigo aquí a tu lado, cuidando de ti; amandote como el mismo segundo en que te conocí, te hablé y te miré, entonces supe que nunca iba a dejarte sola.

El último abrazo (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora