Capitulo ocho. El buen doctor y el Don Randalf

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En la sala, con una luz tenue en una mesa para Díez personas, se encuentran dos personajes, uno mas siniestro que el otro. Ya tuvimos el placer de conocerlo, en esta ocasión, se esta tocando los temas pendiente. Planificar los lineamientos de comandos, trazar las nuevas políticas, reformas las leyes y diseñar nuevas. En una lado esta el que puede ser la esperanza o perdición del país. El buen doctor, Josef Mengele, en frente esta el Jefe del sindicato de cazas recompensa. Tiene los recursos para aplastar un golpe paramilitar, como también de provocar uno. Se tomo el trabajo de borrar todo registro de el, parece un fantasma, no existe. Hasta se sospecha que su nombre es falso, se hace llamar, Randalf Stuar.

Josef Mengele: Me gustan las reuniones de pocas personas y más si tiene un buen vino.

Randalf Stuar: me alegra viejo y eso que es de una mala cosecha. Me toma por sorpresa que no cito a los demás.

Josef Mengele: de que me sirven si son solo número, no tiene criterio. Hay que ser realista llegamos a la cumbre. Gracias a usted, sin su apoyo, en este momento estaría pudriéndome en una celda.

Randalf Stuar: las palabras bonitas se pueda ahorrársela, no me sirve mientras se acuerde. Para mi esta bien.

Josef Mengele: nunca traicionaría al hombre más poderoso, que tiene su propio ejército.

Randalf Stuar: un grupo de matones no es un ejército. Mi arma es el amor de la persona, seria gracioso verte organizar la nación sin mi presencia.

Josef Mengele: tengo una duda. Ya se que es tarde, ojo no confunda, no tenga duda de su lealtad. El porque se unió a mi cruzada.

Randalf Stuar: sabes cuanto cazas recompensa perdemos en la misiones.

Josef Mengele: no se cuanto es la cifra, se que la tasa de mortalidad es alta.

Randalf Stuar: por cada mujer que traemos perdemos seis elementos, de los cuales la gran mayoría. Para no decir la totalidad son niños.

Josef Mengele: si tiene edad para movilizarse, pueden tranquilamente correr el riesgo, te recuerdo que no son obligados.

Randalf Stuar: cuando te desprendiste de tu humanidad, son niños que no conocen el calor de una mujer. Del miedo llaman a sus madres, cuando vuelan por lo aires, por la minas terrestre. Agonizando, en el campo de batallas, con los miembros destruidos, gritan los nombres de sus progenitoras.

Josef Mengele: es lamentable ver la situación que terminamos, mueren miles, que es normal para las personas.

Randalf Stuar: tengo el desagrado labor de informar a sus familias la pérdida, oh querida señora, su hijo en cumplimiento del beber. Cayo en combate, no se preocupes fue una muerte rápida su niño no sufrió. Gracias a su sacrificio, un acaudalado señor tendrá una bonita esposa. Gracias por cumplir su deber con la sociedad, en la semana próxima depositaremos el cheque. Que tenga un buen día.

Josef Mengele: -.con el rostro, sin mostrar un gesto.- interesante monologo, con toques de parodia, sin embargo mostrando la dura realidad.

Randalf Stuar: todos esos señores, de bonitos apellidos viviendo en barrios burgueses, ni si quiera pestañearon por las muertes. Indiferente por mis perdidas, no le preocupan porque según ellos por cada uno que mueren. Hay Díez que puede ocupar su lugar.

Josef Mengele: muy poca veces pierdes la compostura, en esa noche el detonante, fueron, esas desafortunadas palabras.

Randalf Stuar: cuando cierros los ojos todavía la escucho, mejor ellos que nuestros hijos. Estos hijos de putas mandan a morir chicos sin remordimientos.

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⏰ Última actualización: May 12, 2018 ⏰

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