Oliver Nocturne tenía problemas para dormir, razón por la que oyó a la Intrusa por primera vez. Había permanecido despierto como de costumbre, una mañana de noviembre, dando vueltas y revolviendose, cuando una tabla del suelo habría crujido en el piso de arriba. La idea de ir a investigar se presentaba mucho más interesante que la de quedarse en la cama con los pensamientos que lo asaltaban. Ahora era diciembre y la Intrusa regresaba por tercera vez. De momento, Oliver era el único miembro de su familia que lo sabia.
Oliver había tenido problemas para dormir hasta donde le alcanzaba la memoria. La cosa empeoraba especialmente en torno a su cumpleaños y a la Navidad. Faltaba muy poco para ambas fechas, pero está año estaba siendo peor que nunca. Se pasaba el día completamente despierto y se levantaba exhausto cada noche. A Oliver le inquietaba especialmente un pensamiento en particular: hay algo en mí que no encaja. El problema era que Oliver no sabía que era ese <<algo>>. Tan sólo sabía que no congeniaba del todo con quienes lo rodeaban, ni en casa ni en la escuela. Oliver mantenía este sentimiento en secreto, fundamentalmente porque se sentía avergonzado. Se suponía que los vampiros no tenían ese tipo de problemas. Y si su hermano mayor, Tormento, llegaba a averiguar algo, bueno, entonces el suplicio sería interminable.
Lo que Oliver sí sabía acerca de su problema era que parecía tener que ver con su futuro. Tenía trece años humanos, lo que significaba que no le quedaba mucho para recibir a su demonio. Pero eso les ocurría a todos los vampiros jóvenes, y a la mayor parte de los niños ansiaban crecer. Los niños de la escuela hablaban sobre ello como si fuese lo más fantástico del mundo. ¿Qué clase de vampiro no querría tener su propio demonio?¿Poder hacer las cosas que hacían los vampiros adultos, como poseer animales y salir de caza los viernes? Así que tenía que haber algo más acerca del futuro que lo mantenía despierto día tras día. A veces casi llegaba a sentir que sabía de que se trataba... pero nunca conseguía dilucidarlo con exactitud. Perseguía sus pensamientos sin cesar, uno tras otro, siempre con la sensación de que alguna verdad quedaba fuera de su alcance.
Sin embargo, esta mañana su espantoso insomnio había traído consigo algo interesante: la Intrusa había vuelto. Oliver podía oir las pisadas resonando en el piso de arriba. Se deslizó con sigilo fuera de su ataúd hasta el suelo de piedra. El silencio reinaba en la cripta subterránea, únicamente iluminada por un tenue resplandor carmesí. Los padres de Oliver, Polemonia y Sebastián, dormía juntos en un amplio ataúd situado al lado del suyo. El ataúd de Tormento estaba junto a la pared contraria, bien cerrado. Oliver había oído acostarse a sus padres unas horas antes y después oyó a Tormento entrando a hurtadillas.
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OLIVER NOCTURNE
VampireLa infancia de Oliver Nocturne es bastante típica...para un vampiro. Pero Oliver es diferente a quienes lo rodean: sus sanguinarios compañeros de clase, sus macabros padres vampiros y su detestable hermano mayor. Tormento. Y es que, aunque él no lo...