Introducción.

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No me odio por ser un omega, solo odio el hecho de necesitar de un alfa para ser feliz.

Palabras de, posiblemente, el más peligroso omega conocido en toda la historia teriántropa.

Palabras de un lobo en su lecho de muerte.

Un recuerdo que atormentará eternas generaciones de cachorros, tanto alfas, como betas y, por sobre todo, omegas.

Y, siendo sinceros, un omega no quiere enamorarse de su abusador, se ve obligado a hacerlo. Aún en contra de su voluntad, sus instintos primitivos e incontrolables lo obligan a aceptar de manera forzosa su unión.

Una unión que poco a poco se marchitará y cuando, finalmente, el omega se percate de su error, ya será demasiado tarde como para cambiar el lazo que se creó por unas simples noches de pasión e instinto animal.

Un lazo entre esos animales que nada tiene que ver con su verdadera consciencia.

Un enlace que destruye la mente del desdichado omega pero que satisface inexorablemente al alfa, sin importar si alguna vez estuvo verdaderamente enamorado.

La luna juega con ellos, incluso cuando ellos creen conocerla.

Donde ellos ven benevolencia y devoción, los demás solo ven burla y rencor.

Donde la diosa hizo a los alfas salvajes y violentos, y forzó a los omegas a ser sumisos y débiles.

Donde la Luna está furiosa con todos, pero que prefiere observar antes que encargarse de su desastre. Un desastre en el que viven día a día los calmados y emotivos omegas, llorando en silencio el supuesto amor de sus alfas.

Donde Blue cambió el curso de sus acciones y tiñó su mundo de impurezas.

Donde Blue mató a su alfa.

Y dónde lo enterró. 

Blue: El omega alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora