Girasoles para ti

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Al fin en casa.

Suspiró mientras dejaba el par de bolsas de víveres en la mesa, seguido de las treinta carpetillas de tareas que tenía para revisar ése fin de semana. Largó otra exhalación con cansancio, deshaciéndose también de su bandana y luego del pesado chaleco que lo distinguía como ninja educador.
Estrujó los músculos de la espalda y sentó su agotamiento en la primera silla que encontró, cerrando los ojos al instante.
Vaya que había sido una semana difícil. El ciclo escolar estaba por terminar y los alumnos estaban llenos de tareas, prácticas y exámenes. Todos demasiado emocionados por finalmente acabar con la aburrida rutina en la academia y recibirse como genins para al fin conocer la excitante vida de las misiones, aunque éstas fuesen al inicio solo de bajo rango.
Él por su parte, amaba su trabajo, y no lo consideraba aburrido o insípido, como lo habían calificado alguna vez un grupo de estudiantes. Al contrario, agradecía la paz y estabilidad que le ofrecía su oficio, la satisfacción habitual que le producía contribuir a su aldea de esa manera forjando a los shinobis del mañana.

Además, tenía por hobby adornar el pequeño balcón que sobresalía del ventanal de su salón en la escuela con distintas plantas en macetas chiquitas. Lo encontraba relajante, y por más atareado que estuviera, siempre sacaba unos minutos al día para regar todas y cada una de ellas.

También pasaba ratos con Naruto, ése pequeño demonio que se divertía gastándole bromas durante clases y fuera de ellas.

Si, trabajar en la Academia le encantaba, pero no satisfacía del todo su vida. Aún había una sensación de vacío que se negaba a desaparecer sin importar qué tan buenas calificaciones lograran sus pupilos o capullos brotaran en su jardín.
Y aunque lo pensaba desconocido, en el fondo sabía muy bien de qué se trataba: no tenía con quién celebrar sus logros, ni desahogar sus fracasos.
Y justamente en momentos como ése, que llegaba a casa con la certeza de que nadie lo esperaba, era cuando más y más sentía crecer el hueco en su pecho.
No es que no quisiera conocer a alguien y enamorarse, ¡vaya que quería! Encontrar alguien bueno que complementara su carácter y entendiese su modo de vida; que también fuese afectuoso y recibiera sin abrumarse su cariño de vuelta, pero lo imaginaba difícil dada su ocupada jornada gris en la Academia. No es que fuese especialmente compleja, pero era laboriosa y en ocasiones tenía incluso que quedarse horas extra para no llevar trabajo acumulado a casa. Además, estaba pensando en trabajar unas pocas horas más por la tarde en la torre de control, así que dudaba que alguien se animase a estar con quien se mantenía así de ocupado la mayor parte del día.

Además, tampoco es que le interesara alguien por el momento.

No, esta él.

Corrigió sus pensamientos.

Hacía ya varias semanas que le rondaba un ninja amigo suyo, y aunque al inicio le era totalmente indiferente en ése aspecto, con la constancia de éste y el paso de los días había comenzado a llamar su atención. Siempre que lo veía en la Academia le saludaba de manera amable y nunca olvidaba invitarle a tomar algo después del trabajo, aunque él siempre le rechazaba educadamente debido a éste a lo que el otro sólo sonreía y le pedía reconsiderarlo para otra ocasión. Y él siempre asentía, correspondiendo su sonrisa mientras lo miraba irse.

Ahora empezaba a preguntarse qué pasaría si aceptase su insinuación.

Iruka no era mucho de salir a beber y trasnochar, pero algo le decía que tal vez sería divertido si fuese con él.
El hombre tenía un buen sentido del humor, amable y casi parecido al suyo. No era una gran belleza, pero sus facciones resultaban atrayentes siendo enmarcadas por los mechones grisáceos que le caían a los lados del rostro blanco como la leche, acentuando su mirada de ojos oscuros y relajados.
Eran más o menos de la altura y complexión, así como de edad. Iruka muchas veces lo sorprendió mirándole los labios cuando platicaban cerca o escrutando su cuerpo con poco disimulo, provocándole varios sonrojos que el otro solo aprobaba y calificaba de adorables. Y aunque el castaño al inicio no lo tomaba en serio, con el tiempo comenzó a convencerse de que el otro ninja sentía genuino interés por su persona.

Girasoles para ti  [KakaIru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora