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Cuando entré a mi casa, suspiré y tiré mi mochila al suelo junto al sofá. Encendí la tele y me senté en la esquina del sofá para mandarle un mensaje a la inconsciente de mi hermana.

En serio pensabas k no iba a escandalizarme con esto? Gasta tu dinero en otra mierda. Te has quedado sin yerba, hermanita.

Saqué la bolsita del bolsillo de mi chaqueta y miré su contenido a contraluz. Me levanté de un salto y busqué en los cajones del mueble del salón, sacando el papel de liar. Me senté en el suelo y me apresuré a liar un cigarro con el contenido de la bolsita de Harry. Miré mi obra de arte con orgullo pero me quedé helado. Mierda, me había jurado a mí mismo olvidarme de aquel nombre. Sacudí la cabeza y me apresuré en encenderlo y al dar una calada, tosí con fuerza, llevaba demasiado tiempo sin probar nada de esto. Pronto sentí como las drogas me hacían efecto, y entonces  alguien llamó a mi puerta. Corrí hacía ella y la abrí sin mirar.

- ¿Harry?- reprimí el impulso de golpear mi frente al darme cuenta que había recordado una vez más su nombre.

- No deberías abrir la puerta a cualquiera con este ambiente.- rió.- Imagina que soy un poli. Podrías pasar la noche entre rejas.

- ¿Me has seguido hasta casa?- pregunté dando una calada al cigarro.

- Le mandé un mensaje a tu hermana diciéndole que o me daba tu dirección  o le partía las piernas.- me quitó el cigarro de la boca para dar una profunda calada.- Ya sabes que te va a vender por menos de dos duros.

No sé si es por la droga, pero me eché a reír a carcajada limpia. Él me empujó con suavidad y entró cerrando la puerta tras de sí antes dd dar otra calada.

- No fumes mi María.- Le dije divertido.

- Si tu hermana invita, no es tuya.- contestó alzando el cigarro por encima de mi cabeza.

Maldita sea, era demasiado alto. Cuándo me había dado por vencido él  bajó el brazo para colocar el cigarro en mi boca.

- ¿Por qué  has venido?- le pregunté mientras le pasaba el porro.

Inhaló profundamente antes de rebuscar el bolsillo de su pantalón.

- Mientras huías de mis encantos, se te cayó ésto.- alzó frente a mí mi pulsera de plata y la quitó de mi vista al ver que intentaba recuperarla.- Ah no. Este es mi salvoconducto para pasar tiempo contigo.- observé como guardaba mi pulsera de nuevo en su pantalón.

- Vas a venderla.- gruñí.

- No voy a hacer eso, Casiopea.- Carcajeó una vez más tomando el cigarro.

- No me llamo Casiopea, soy Lou. Lou a secas.

Él me miro largos segundos antes de contestar.- Para mí seguirás siendo Casiopea.

🌸🌸🌸

Abrí los ojos lentamente, con un dolor de cabeza descomunal. Tenía la boca seca y un hambre de narices. Me incorporé del sofá y estiré mi cuello, entumecido a causa de dormir en el salón. Di un grito al ver a Harry dormido profundamente apoyado en el sofá, haciendo que él despierte de un salto, tan aturdido como yo.

- ¡No te fuiste anoche!- le señalé acusador.

- Me quedé dormido igual que tú...- frotó su cuello aún somnoliento.- ¿No tendrás ibuprofeno?- me preguntó levantándose.

- Estoy seguro de que podrás aguantar hasta tomarlo en tu casa.- le empujé con fuerza hacía la salida.- Lo mejor será que no nos veamos más...

- Eso no dijiste anoche.- dijo él divertido, oponiéndose a mi fuerza antes de llegar a la puerta.

- Estoy seguro que sí lo dije.

Observo con el corazón en la garganta como eleva su camiseta dejando al descubierto su torso, donde había un número de teléfono apuntado con tinta morada.

678o45603 - Casiopea.

- Yo jamás me apuntaría con ese nombre.- murmuré abriendo la puerta.

- Digamos que accediste a hacerlo a cambio de más droga.- contestó riendo.- Compruébalo, está en tu cajón.

- Quizás mañana.- le cerré la puerta en las narices.

Cuando oí sus pasos alejarse por las escaleras metálicas de los apartamentos me deslicé contra la puerta hasta sentarme en el suelo y me di un suave cabezazo contra la puerta. ¿Cuándo dejaba yo, Lou el cauto, entrar a alguien a su casa? Y madre de Dios, era un completo desconocido. Sabía su nombre y que vendía droga. Sacudo la cabeza y me levanto, dispuesto a prepararme para el trabajo.

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- Madre del amor hermoso, Lou.- me dijo Liam, mi compañero de trabajo.- Vaya ojeras que me traes. Dime que ha sido porque te has pasado la noche montando a un tigre.- susurra divertido cuando me acerco a él para ponerme mi delantal.

Iba a contestarle cuando el jefe se asoma a la cocina, llamando mi atención.

- Lou, hay gente fuera que espera que le atiendas. Ya.

Puse los ojos en blanco y dejo a Liam, que me guiñó un ojo cómplice, que se encargue de la cocina.

Casiopea; ls (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora