Siempre he sabido como iniciar las historias y narraciones que en mi clase de Literatura dejan. Es como si la inspiración fluyera por todo mi cuerpo, pero ahora no; no sé cómo iniciar esta historia, de la pobre Jane.
Ella era muy bella, de verdad lo era, llamaba la atención de cualquiera que a su lado pasara. Es curioso, porque, ella no buscaba una relación en ese entonces.
Tengo vagos recuerdos de ella, antes de lo que pasó y de mi promesa de protegerla. Pero hay algo que tengo muy presente.
Recuerdo haberla visto hablando con sus amigas cada día, hasta que un día PUM, se detuvo, dejó de venir a la escuela. Tiempo después volvió, pero muy diferente, lucía igual, se comportaba igual, todo era lo mismo, pero diferente. Lo peor de todo es que nadie lo notaba, sólo yo. Y él.
Él.
La primera vez que ellos se toparon fue algo gracioso para otros, pero escalofriante para mí, que lo aprecié desde la perspectiva completa.
Porque yo sabía que no era la primera vez que la veía.
Se notaba por la naturalidad de sus acciones.
Parecía conocer cada uno de sus movimientos.
Sus ojos, calculadores.
Y sus movimientos previamente planeados. No habrán creído que todo fue una coincidencia, ¿verdad?
Su encuentro fue antes de su cambio, ella iba camino hacia sus amigas, como cualquier otro día, cuando él tropezó con ella, lo "gracioso" aquí, fue que él soltó una palabrota, bien no era conocido como santo, tampoco se le sabía de boca suelta. Yo vi algo más, noté como le inspeccionó cada uno de sus rasgos, y sus expresiones.
-Lo siento- comentó él, avergonzado.
-No hay cuidado, a todos nos pasa- sonrió ella, se le notaba incómoda, eso sí creo que cualquiera lo pudo notar, Jane no era muy platicadora, con personas aparte de sus amigas, por lo menos.
Todos pudieron haberle creído ese cuento, menos yo.
Me paré de las escaleras en las que me encontraba sentada y le indiqué a Grake que fuéramos, mi mejor amigo, mi cómplice en ésto.
Recuerden:
Yo sé de todos, pero nadie sabe de mí.
Hasta aquí, anónimo.
-@
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En tu mirada
Mystery / ThrillerDe pequeños nos enseñan que los monstruos viven debajo de nuestra cama, o en nuestros armarios, pero la realidad es que están más cerca de lo uno cree, puede ser, por ejemplo, ese chico astuto y guapo del salón. Aquel, que sin darte cuenta, te mira.