Fire Emblem: The Magic Crest

Prólogo: Una época de paz.

Hace 2500 años, el continente de Heilig (o así fue llamado por los pioneros) fue descubierto por los humanos. Tras mutiples guerras, el continente fue pacíficamente dividido entre 4 zonas, Montaña, Hielo y Fuego, Metalurgia y Desierto. Actualmente hay 26, tras 2000 años desde aquello. Las grandes 4 regiones fueron divididas, siendo la única independiente la de Gransboscos, en el centro del continente. En el centro de ese país, está el Bosque Sacro, y en el interior de este se encuentra el Templo Olvidado, un misterioso templo que solo contiene un pequeño pedestal en el centro, que posee exactamente la forma del continente. Las 26 regiones cuentan con un arma única, formada por antiguos herreros u armeros de esas regiones. Fueron esos 26 "héroes" los que gracias a sus 26 armas sagradas salvaron el continente en la Guerra de Kanna, una guerra a gran escala ocurrida hace 1900 años. Tras sellar el poder de Kanna, el dragón divino, usando sus armas, estás fueron guardadas en los castillos de 26 lugares, separando así el continente mediante los descendientes de estos héroes.

El sobrino de uno de ellos, Lord Gillen, trató de robar el arma sagrada de su región, que solo el miembro principal de la familia puede blandir. Tras eso, éste fue probado por el propio arma, y fue destruido por ella al no tener la valía necesaria. Esto causó la Guerra de Sorra, en la que el país de Sorrenc fue separado en dos, llamando a la nueva zona Nova Sorra, haciendo desaparecer el Principado de Sorra, antigua región que se encontraba allí, de donde provenía Lord Gillen, y creando un país entero, aunque pequeño.

Tras eso, la paz reinó en el continente. De todo esto hace 2000 años. Ahora, en el año 500, esta paz duradera se mantiene, pero no será por mucho tiempo...

En el reino de Anfangszone, en la antigua zona de Metalurgia, donde fueron forjadas las armas más afiladas. Pero Anfangszone era especial, allí fue entrenada la magia especial de Ferro. Una magia dura y poderosa. Su actual heredero, el príncipe Sikfrën, hijo de Serif y descendiente directo de Herrum, el héroe que creó la magia de Ferro, debía de tomarla en el momento en el que de volviera rey de la región, por ello solía entrenar en la magia junto a su entrenador, el paladín Jigas.

- ¡Joven Sikfrën, la magia no lo es todo en combate! - Dijo el ya viejo paladín, lanzando su jabalina de prácticas hadia el príncipe y golpeando de lleno.

- ¡Agh! ¿No se suponía que estoy entrenando para ser el heredero de Ferro? Una espada no serviría de nada en estas condiciones.

- Al contrario, milord, el saber usar otras armas puede influir mucho en el resultado final del combate.

- ¿Seguro? Esto a mi me parece innecesario...

Uno de los mensajeros reales llegó corriendo al patio.

- ¡Sir Jigas! ¡La frontera ha sido invadida por guerreros norkaltianos!

- ¿Invadida? ¡¿Qué ha ocurrido?!

-  ¡No lo sabemos, pero parece que todas las regiones están siendo invadidas por guerreros de la península kaltiana!

- El emperador Iñigo siempre fue una persona muy pacífica, y el conde Montoro también... Esto no tiene sentido. ¿No es una broma?

-Las tropas norkaltianas avanzan rapidísimo... Si siguen así en una hora habrán llegado al castillo.

- No puede ser... ¡Príncipe Sikfrën! No puede quedarse aquí más tiempo, debes escapar. ¡Si le pasase algo sería una gran decepción para todo el continente!

- ¿Y Padre? ¿Que será de él?

- Tranquilo, milord, le defenderemos. Por ahora debe huir, Nordesert es un reino absolutamente neutral, deberás escapar allí. Llamaremos a un jinete pegaso, pero deberás esconderte allí. ¡No causes problemas!

- Si, si, entiendo...

Rápidamente salieron corriendo de allí. Gracias a los sirvientes, prepararon rápidamente al príncipe para su huida. La jinete pegaso Joanna, nacida en Nordesert, fue la encargada de protegerle al ser aquella su tierra natal. Y el príncipe, desde el aire, vio la realidad, el enorme ejército norkaltiano acercándose al castillo. Y rápidamente, el pegaso voló hacia Nordesert.

De esto hace ya 3 años. La guerra con el ejército de la península kaltiana aún seguía en pie, y muchos países habían sido conquistados por ellos..

Pero ahora Sikfrën dejaría de esconderse. Era la hora de partir de nuevo...