Sarada

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Tenía que llegar a su casa antes de que su coraza se rompiese. Eso había sido bastante duro, se sentía orgullosa por haber mantenido el tipo y no haber mostrado nada que la delatase, pero no aguantaría mucho más. Abrió con rapidez la puerta de entrada, la casa estaba vacía. Su madre estaría hasta tarde trabajando en el hospital y su padre estaba de misión. Se alegraba de poder estar sola en ese momento. Subió a su habitación y cogió algo de ropa del armario. Entró al baño y abrió la ducha. Una vez dentro dejó salir todo. Lagrimas empezaron a salir de sus hermosos ojos negros.

- Mierda... - dijo sollozando.

Porque le afectaba tanto? desde hace mucho se había mentalizado de que Boruto nunca sería algo mas que un amigo y compañero para ella. Y estaba bien, había ido bien. Simplemente había tenido que poner toda su atención en entrenar y prepararse para algún día conseguir ser Hokage. Pero al verle con Sumire todo había vuelto de golpe. Menuda ilusa. Creía que lo había superado y para nada era así. Mientras le tuviese cerca todo estaba bien. El verle con otra era lo que nunca había esperado ver, ni siquiera se le había pasado por la cabeza.

- Soy una imbecil - volvió a sollozar.

El agua cálida recorría su cuerpo relajándola, poco a poco las lagrimas dejaron de salir y su rostro mostró una mirada mas dura y segura. No podía ponerse así, estaba claro que Boruto algún día tendría que salir y enamorarse de alguien y ella tendría que verlo y no derrumbarse. Tenía que olvidarse de él y estaba decidida. No podía afectarle de esa manera. Se convertiría en la próxima Hokage, eso le deba ánimos para seguir con la cabeza bien alta. Además era consciente de su belleza, se había convertido en una hermosa e independiente mujer. Su largo pelo negro y brillante junto con sus grandes ojos del mismo color le daban una sensualidad que pocas poseían. Y estaba bastante orgullosa de su cuerpo. Delgado, firme y a la vez con curvas que mas de una vez los hombres le habían repasado con la mirada deseándola. Muchos hombres... menos Boruto. El solo la miraba como su amiga y su compañera de equipo. Hace mucho que se dio cuenta que su amor no sería correspondido y decidió seguir concentrada en su sueño y olvidarse del tema. Había sido muy duro pero parecía que lo estaba consiguiendo hasta hoy. Pero ya estaba harta, Boruto tenía derecho a ser feliz y estaba claro que con ella no era con quien quería serlo. Sumire era su amiga y una buena chica, seguro que ella podría darle todo lo que el necesitaba, aunque se muriese de celos al verlos.

Cho, su mejor amiga, era la única que sabía de sus sentimientos hacia Boruto. Era imposible engañarla y había tardado poco en darse cuenta. Le dijo que se declarase.

- Menuda locura - dijo sonriendo.

Aparte de amistad había una intensa rivalidad con Boruto, era una rivalidad amistosa pero sabía que nunca tenía que dejarse ver débil o indefensa ante el. Era puro orgullo. Los dos eran unos malditos orgullosos, pero eso era lo que les hacía también tan invencibles. Incontables veces había soñado con un Boruto suspirando por ella y rogándole que estuviese con el, pero eso nunca pasaría. El nunca se fijaría en ella como mujer, solamente como amiga y compañera de equipo. Suspiró cansada.

- Ya vale de tanto drama.

Salió de la ducha, se secó con la toalla y se vistió. Había elegido unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta de tirantes blanca ajustada. Se miró al espejo y lo que vio le gustó. Se sentía segura. Era una mujer bella podría tener a cualquiera, olvidaría a Boruto y encontraría a alguien con el que poder ser feliz. Y sino era así siempre tendría su gran sueño de convertirse en Hokage siendo una mujer dura e independiente. Sonrió decidida.

- Llamaré a Cho.

Las dos amigas se encontraron en el centro de la ciudad para dar una vuelta y tomarse un helado mientras hablaban y cotilleaban.

Orgullo (BORUSARA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora