6. La Huérfana

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LA HUÉRFANA PDV

Cuatro años antes A.P.*

Las manos le ardían como si millares de agujas se hubieran metido debajo de sus uñas, lloraba en silencio mientras mordía un trapo mugroso. El hombre le dijo que mas le valía no gritar o le abriría la garganta con sus propios dedos, esa amenaza fue suficiente para que solo se dirigiera a su carcelario para pedir comida e ir al baño.

La habían sentando en una silla de madera, dura e incomoda, en especial bajo la mirada de aquellas mascaras que la acosaban a su alrededor, formando un círculo para que evitara escapar, pero era innecesario ya que la tenían encadenada a la silla. 

Nunca había vivido una vida llena de lujos, pero tenía una vida normal como la empleada de los Yaxley. El matrimonio de ancianos, la había rescatado de un orfanato y la criaron de la forma en la que la necesitaron; una joven que cuide de ellos en su ancianidad. Además de eso le enseñaron a usar su magia, pero cuando ella cumplió sus dieciocho años, el señor Corban Yaxley la encerró en el sótano y dejo que su extraño doctor practicara en ella hechizos demasiado dolorosos, al final dejo de resistirse. 

La señora Yaxley había llorado por ella, se había encariñado lo suficiente con ella para no querer entregarla como una rata de laboratorio. Pero su esposo le recordaba siempre el deber que tenían los dos a con su señor. 

Esos episodios habrían durado alrededor de ocho meses, en los cuales el doctor Colby drenaba su sangre y la estudiaba, o le influía sangre que no era la suya y terminaba por enfermarse. La tortura había sido demasiado en algunos momentos y la señora Alysanne discutía con los demás hombres enmascarados para liberarla, pero el señor Yaxley la reconfortaba diciendo que faltaba poco. La señora de repente dejo de aparecer en las sesiones mágicas, eso asusto a la joven muchísimo más. Una vez, la joven le pregunto a Colby que había sucedido con ella, pero solo le dedico una mirada umbrosa, pero cargada de tristeza. Ahí ella dio cuenta del parecido que tenía el rostro del doctor con la señora Alysanne, y lloro por ambos.

En la última reunión, la pequeña maga apenas tenía la fuerza para caminar hasta la silla, por lo que Colby la llevaba entre sus brazos. El doctor era joven y fuerte, era apuesto, atractivo, pero de una manera misteriosa y escalofríante, la joven no pensaría de esta forma sobre él hasta dentro de cierto tiempo.

Esa vez no fueron necesarias las cadenas en sus muñecas y tobillos, que ya estaban en carne viva, puesto que se encontraba demasiado débil como para luchar.

Solo sera una última vez princesa, escucho la exánime voz de su madre adoptiva, seguramente un producto de su imaginación.

La vista la tenía nebulosa, como si estuviera viendo bajo el agua. En realidad se trataban de sus lagrimas agolpadas en sus ojos, lagrimas de dolor y miedo al ver nuevamente el círculo con sus respectivas mascaras doradas, eran al menos trece personas pero en ese momento ella no tenía el valor para contarlos.

Uno de los personajes enmascarados avanzo hacía ella en una marcha parsimoniosa, con la mano en alto mientras sostenía una varita de color verde oscuro de manera frígida.  Lilith, te libero de tu encierro físico, con este sacrificio te devuelvo la vida. La mano empezó a temblar, y un hilo de magia oscura salió de la punta de la extraña varita de manera parsimoniosa.

La joven se espanto, no quería terminar de esa forma, esperaba ver la luz de nuevo aunque fuera una única vez. Cerró los ojos con fuerza mientras temblaba de miedo al mismo tiempo que sentía como la magia se le enroscaba subiendo hacia ella a través de sus extremidades. De repente, escuchó un golpe seco en suelo y todo se detuvo, pero tampoco se animó a abrir los ojos.

Poco a poco, su cuerpo entró en calor y vigor; el cuello ya no lo sentía entumecido, y las llagas en sus muñecas y tobillos ya no ardían. Su cuerpo levitaba a unos centímetros de la silla en la que estuvo encadenada por meses, todo era silencioso y decidió abrir sus ojos verdes esmeralda.

Ese día había sucedido ya hace un tiempo, pero ella lo recordaba como si hubiese sido ayer. Cada día que había pasado desde ese momento su magia se superaba aun más y Lilith se convertiría en una bruja incluso más fuerte que su padre, Lord Voldemort. Al menos ese era el plan de sus protectores. Tampoco había envejecido desde aquel día, su piel se mantenía intacta. Al comienzo de su entrenamiento, gustaba de herirse solo para ver como su piel cicatrizaba al mismísimo instante, a veces le parecía un beneficio pero la mayor parte del tiempo lo sentía como una desgracia.

La verdad era que Lilith estaba enferma de la forma pedante en que se presentaban sus supuestos guías, ninguno de ellos la superaba en poder, pero si en manipulación, en especial el Sr. Yaxley. No había tenido misericordia con Lilith en ningún momento, y según la historias que había escuchado sobre Tom Riddle, no le tenía el mismo respeto que le tuvo a su anterior Lord. La descalificaba continuamente, presentía que era por ser mujer, siempre parecía tener cierta aversión al género femenino, inclusive a su difunta esposa... tal vez por eso le fue tan fácil deshacerse de ella y al parecer planeaba lo mismo con la inmortal bruja.

Pero todo cambiaría pronto, dentro de ella la fuerza se revitalizaba, próximamente su poder superaría a cualquier otro mago... aunque tenía la duda sobre la forma en la que lo usaría. 



A.P: Antes del presente.

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