𝐁𝐄𝐓𝐄 𝐍𝐎𝐈𝐑𝐄 ━ THOMAS SHELBY

Capítulo uno

patriarchy.

CAROLINE DISFRUTABA SER MIMADA, como una temible mocosa rica, sin embargo, mantenía su independencia y con la mención de un chófer que la podía llevar a su destino, se había negado rotundamente con una risa siniestra. Tomó las llaves de su nuevo vehículo Cadillac y aceleró por el camino del campo, en dirección a Small Heath.

Con sus guantes de cuero negros en el volante, sus ojos escudriñaban los vastos campos que se extendían por delante, separados por muros de piedra a cada lado de su vehículo.

Ella no pudo evitar gruñir.

Al principio, era irritante que los hombres se tiraran hacia ella, particularmente para hacer tareas que no requerían esfuerzo. Ahora, la estaba aburriendo con sus cerebros de mente simple, esperaban que ella careciera de la agilidad física de las cosas por sí misma.

No era necesario decir que disfrutaba observando el color de sus rostros cuando sacaba su pistola y apuntando entre sus ojos, los desafiaba a probar su resistencia una vez más.

Ella era más fuerte que todos ellos combinados.

Ella era una Kimber, por lo tanto, era invencible.

El humo de la fábrica chocó contra su elegante automóvil y ella solo podía hacer pucheros de disgusto, los productos químicos seguramente mancharán su precioso Cadillac y podría tener el dinero para reemplazarlo diez veces, pero no quería tener que molestarse.

Estaba impaciente y no podía esperar para siempre, a menos que alguien estuviera cerca de su corazón, pero aún estaba por conocer al hombre que cambiaría su vida, para bien o para mal.

Collin era un par de años mayor, se conocieron a través de su padre, indirectamente, por supuesto.

Él había sido miembro de su clan por un tiempo y no podían apartarse la vista.

El secreto de los besos prohibidos fue fascinante, enviaba adrenalina a través de sus venas, ella lo mirara a su manera.

A pesar de su relación, él estaba aterrado de ella y ella por el contrario, era una mujer fuerte que no dudaría en volarle los sesos y, ademas su miedo era irritante.

Deseaba que un hombre tuviera el coraje de ponerla en su lugar; alguien que podría manejarla y el equipaje emocional que venia con la chica. Tal vez quería un hombre, pero nunca lo necesitaría.

Con el dedo en el gatillo, permaneció feroz y asustó a la mitad de Birmingham, fuera o no una Kimber. En raras ocasiones, estaba involucrada en el negocio, aunque aspiraba a ser la líder después de la inevitable muerte de Billy.

Deseaba que su madre pudiera ser tan fuerte como ella y tal vez no tendría que huir tan frecuentemente. Ningún hombre miraría en dirección a Caroline y, si lo hicieran, se convertirían en piedra por su fría mirada. Tal vez no podía encontrar otro como Collin, a pesar de su evidente temor. Posiblemente, se había quedado con un perro sin espinas para siempre.