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24 de marzo del 2012.

Te escribo en esta noche estrellada, recordando lo que hicimos un día antes de tu partida, habíamos cenado una pizza hawaiana, tú favorita, la favorita de mamá, la favorita de papá, la que yo más odiaba, pero mientras sostengo este bolígrafo escribiéndote estas palabras, mi otra mano tiene un pedazo de tu pizza favorita, solo imagino que tú estás aquí tomando cada trozo de la caja.

Esta mañana fui de emergencias al consultorio de Melissa, le mostré el pasaje del día de ayer y quise terminar con la historia, debía hacerlo, mañana era el día.

"Arranqué furioso, veía pasar las luces con rapidez a mi alrededor, ella me clamaba a gritos que parara, que pensara las cosas, pero ella sabía que el foco de mi faro estaba completamente apagado, siendo ella un barco navegando a oscuras en el océano.

El océano, tan amado por nosotros, por ella, no sé qué se me pasó en ese momento por la cabeza, nos dirigí al mirador que llevaba directamente al extenso océano. Al camino oscuro se le agregó la lluvia. Llovía muy fuerte, el asfalto estaba húmedo y resbaladizo, Brigitte lloraba y yo... perdí el control, llevándonos a ambos por el barranco, cayendo en el helado océano, ella murió con el impacto del tablero del frente al instante y pronto el agua cubrió la sangre que salía de su boca y nariz... Vi todo, me dolió todo y sentí que una parte de mí había muerto ahí con ella. Desde entonces no he tomado un auto, desde entonces no puedo pasar y ver el océano de la misma forma y desde ese entonces no he sido capaz de ver a mi hermana en el cementerio, no desde que su cuerpo desapareció en aquel agujero"

Lo dije todo Brigitte y por muy extraño que suene, un peso de mis hombros fue alejado, un escalofrío subió por mi columna vertebral y supe en ese momento que tú estabas ahí, atenta, escuchando.

André.

Por todo lo que me hizo ser culpable | Cartas dedicadas a ti #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora