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El color de la mañana entro en el Warren, anunciando la mañana nueva entre los grandes túneles, los grandes centinelas rondaban alrededor de la casa ovalada que estaba en el fondo del Warren, de un color piedra para nada pulida rodeada por flores y raíces gracias al largo tiempo que estaba ahí, varios pequeños huevos se amontonaron en la puerta principal de madera llena de pintura y dibujos de flores, emocionados por el conejo que salio poco después, una toalla colgaba sobre sus hombros mientras se secaba la cara, mientras se frotaba la cara de dormido acerco las patas a sus pequeños amiguitos que se removieron a su alrededor, el los corrió suavemente mientras susurraba que hacia un buen día.
No llevaba ninguna de sus armas, ya que le gustaba ver el Warren sin sentir el peso de sus boomerangs en su espalda, al sacarse la toalla de la cara miro el verde lugar, lleno de vida como todos los días salpicaba la felicidad en Bunnymund, el rió de colores, los arboles altos y el pasto brillante lo hacían querer quedarse mas tiempo en esa paz que sentía, esa paz que el traía su hogar pero en el silencio donde solo se escuchaba el arrullo del tiempo pasar a través de sus orejas lo hizo recordar que solo faltaba una semana para Pascuas y tenia que empezar a trabajar, se giro a la puerta abierta de su pequeña casa y tiro hacia adentro la toalla, dejándola colgando de un viejo sillón redondo que estaba frente a la chimenea.
Levanto los brazos hacia el cielo y su espalda sonó al estirarse, tranquilamente empezó a caminar hacia el pequeño taller que tenia al lado de la pequeña casa de piedra, aquella choza hecha de un tronco hueco guardaba todos sus trabajos artísticos, sus libros y grandes canastas con zanahorias, manzanas y peras para pasar la mayoría del día encerrado ahí planeando nuevos patrones para los huevos, fue seguido por los pequeños huevos hasta que el llego al árbol, donde todos se dispersaron dentro esperándolo.
Como cada mañana se giro nuevamente al Warren y sonrió, moviendo las orejas sobre su cabeza hacia arriba, estirándolas para escuchar la nada que le proporcionaba su hogar, suspiro al viento y entro a el gran tronco, donde se guardaban sus mas grandes esperanzas, sus ojos revolotearon por el colorido lugar, con sus paredes llenas de pinturas que el mismo creaba, desde North hasta Jack estaban en aquella larga pared en espiral que lo llevaba hasta la copa del árbol, sus grandes patas esquivaban a sus amiguitos mientras llegaba al escritorio perfectamente ordenado con sus cuadernos de patrones, sus pinceles ordenados por tamaño y los colores perfectamente guardados en sus potes, mientras pasaba por entre sus amiguitos agarro suavemente una manzana y se la metió en la boca, saboreando el jugo que le proporcionaba.
Mientras masticaba tranquilamente la fruta agarro los lentes redondos para ver que utilizaba para los patrones perfectos y se sentó sobre la silla de madera que le hizo North hace mucho tiempo, como un regalo de navidad, que rechino ante el peso de Aster, se acomodo los lentes sobre su rosa nariz y agarro uno de los huevos que paseaba por sus patas, lo subió hasta el escritorio donde el pequeño se sentó, esperando empezar a ser pintado por el gran conejo que preparaba los colores que utilizaría para revivir los colores que vio en el sueño de aquella noche, mientras mas cerca estaba las pascuas el mas soñaba sobre patrones y colores para alegrar a los niños.