Capítulo único

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Se encontrada realmente fastidiado, no entendía como diablos había terminado en la morgue con Culverton Smith, Faith la hija de éste y Sherlock Holmes, hombre a quien ya ni por asomo señalaría como su amigo, no después de lo que había hecho con Mary.

Ni el mismo se entendía, como llevaba ya un par de horas en su compañía, después de todo Holmes estaba más que drogado, hablaba incoherencias y seguía siendo tan petulante como siempre. Pero por alguna razón desconocida, él seguía a su lado como en los viejos tiempos.

Pero no creía en las palabras de Sherlock, si bien Smith era un tipo bastante horripilante y con  un aire lleno de soberbia, no creía en las palabras de su ex mejor amigo, no lograba visualizarlo como un asesino serial.

Sherlock comenzó a hablar incoherencias, repitiendo constantemente que Culverton dejara de reírse de él, así como acusarlo injustamente de haber tomado uno de los bisturís.

John se tensó cuando Holmes tomó uno entre sus manos y comenzó a gritar de forma mucho más exasperada, el detective consultor no estaba en sus cabales y a cada segundo se estaba poniendo aún más agresivo.

Pero llegó un punto en que colapsó, con un rápido movimiento se acercó al filántropo blandiendo el bisturí como cualquier arma blanca. Haciendo que John rápidamente lo desarmara, para luego llevarlo contra el fondo de la habitación.

En ese momento John fue poseído por todos aquellos sentimientos que por tanto tiempo había reprimido, por primera vez, tenía la oportunidad de hacer aquello que tantas noches deseo pero que su lado racional – y muchas veces la Mary de su cabeza  – frenaba al fin podía cobrar venganza, podría quebrar a Sherlock y sentir la satisfacción de haber limpiado el nombre de Mary.

Primero fue un puñetazo, directo en uno de aquellos afilados pómulos que tan bien conocía, provocando de inmediato dolor en sus nudillos. Pero nada importaba, a ese golpe le siguieron otros más, sintiendo como la delgada piel de su mano chocaba con una fuerza descomunal sobre los huesos faciales del detective consultor.

Su corazón latía con fuerza, sentía la adrenalina correr por sus venas y una sensación de plenitud realmente asombrosa, que le incitada a golpear más y con mayor potencia. Sentía la cálida sangre del Sherlock sobre sus manos y se sentía extasiado, al fin podía hacer trizas ese rostro tan bonito.

Cuando Sherlock cayó al suelo quejándose de dolor, fue la oportunidad perfecta para comenzar a patearlo con rudeza. Siendo su principal foco el abdomen de Holmes junto con sus marcadas costillas. Sentía como su pie llegaba profundo, como la suela estaba siendo marcada en la piel del otro y principalmente disfrutaba la sensación de romper aquellos huesos.

En algún momento llegaron enfermeros a la habitación, pero los ignoró para dar los últimos golpes, su estocada final. Cuando uno de los presentes, lo tomó con fuerza para alejarlo del maltratado cuerpo del detective inspector, recién ahí puedo notar el estado de su ex amigo. Sherlock Holmes estaba consciente a duras penas, su ceja estaba partida, botaba sangre por la boca y la piel visible estaba roja producto de los recientes golpes.

En cualquier otro momento de su vida, se hubiera preocupado por verlo en ese estado, probablemente corriendo a socorrerlo, pero no esta vez. Se sentía con poder, pleno y feliz, por fin había saciado en parte su sed de venganza, aunque su goce sería total cuando viera a Sherlock más quebrado que nadie.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el Smith decidió romper el silencio.

—Gracias doctor Watson, pero creo que ya no es una amenaza, déjelo.

—No, está bien. Déjelo hacer lo que quiera, tiene derecho. Mate a su esposa — fue Sherlock quien respondió primero, dedicándole una mirada cargada de culpa a su amigo. Sus ojos lagrimeaban, mientras daba respiraciones cortas producto del dolor.

Redención (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora