Buenos días mundo, hoy mi alarma para despertarme fue el toque que le dió mi tío al claxon del coche, al parecer madrugó más que yo, tiene sentido habiéndose quedado sobado como el solo, es una habilidad que envidio. Todavía recuerdo lo que leí ayer en ese documento, pero prefiero no pensar en ello, como tampoco prefiero hablar de eso con mi tío, puede que se tome bastante mal el hecho de que haya mirado su maleta sin permiso. Pero bueno, tras levantarme me vestí y bajé a desayunar algo rápido para ponerme en marcha cuánto antes; así que me monté en el coche y busqué una ruta para el viaje de hoy, nos tocaba llegar hasta Sturovo, que era donde estaba la frontera con Hungría. Cómo necesitabamos algo de dinero me decidí a escoger una ruta un poco más larga, 280km desde Dresden, era un poco arriesgado, pero valía la pena cometer ese riesgo.
Teniendo todo listo nos dirigimos hacia la frontera con Checoslovaquia, mientras me acercaba al puesto fronterizo recordé haber leído en el periódico que muchas fábricas textiles de Checoslovaquia habiendo sufrido graves incendios, además de la prohibición de pasar medicamentos por la frontera, se que está mal aprovecharse de las desgracias ajenas, pero si encontramos rollos de tela y medicamentos por el camino, podríamos ganar bastante dinero. Cuando llegamos a la ventanilla todo sucedió con normalidad, le entregué los papeles al guardia de fronteras y nos dejó pasar sin problema, ya me había dicho antes mi tío que no pusiese nervioso en estas situaciones, si no había hecho nada malo, no tenía nada que temer. Es algo que es muy fácil decirlo, pero algo más difícil lograrlo, y más aún para un joven de 20 años como yo, que era la primera vez que salía de la RDA y que lo máximo que había hecho era trabajar con mi tío en su tienda de repuestos. Cruzamos la frontera y tras avanzar un rato por territorio checoslovaco, los bosques de pinos fueron transformandose en bosques de abedules, y las carreteras empeoraron, no sabía cómo se lo iban a tomar las ruedas del coche. La respuesta era mal, esas ruedas no estaban hechas para ir por lo que ahí llamaban carreteras, que en realidad eran poco más que caminos de tierra apisonada, por lo que conducir por ahí era un infierno. Pero todo esa molestia pasó a un segundo plano cuando encontramos una caja con vino de contrabando, algo muy valioso en el mercado, con lo que fui corriendo a subirlo al coche y me dirigí a un gasolinera para venderlo y de paso coger suministros para el coche. Salí ganando bastante dinero, unos 300 marcos, y todavía me quedaban unas pocas botellas para vender; también me encargue un poco del mantenimiento del coche, reposté, reparé un poco el motor y cambié dos ruedas que estaba desfastados; asi que se puede considerar que fue una parada bastante fructífera, aunque todavía nos quedaba llegar a Sturovo. El resto del camino no estuvo tan mal, encontramos algunas cajas con medicinas, y con las nuevas ruedas podía conducir mejor el coche por esos caminos de tierra. Tras un rato de conducción vimos el cartel que estabamos esperando, solo quedaban 70km para Sturovo, eran 70km de caminos de tierra, pero 70km al fin y al cabo.
¿Sabéis? Cuando uno lleva un tiempo conduciendo, observando el paisaje, escuchando la radio o a su acompañante, la mente de uno empieza a flotar, no me refiero a que te distraigas, sino que empiezas a cuestionarte cosas que en tu vida diaria no te preguntarías; en mi caso me puse a pensar en todas las circunstancias que me habían llevado a este momento, no tengo muchos recuerdos de mi infancia, y no sabría ponerle cara a mis padres, lo único que sé es que el tío Lufti estuvo conmigo desde que tengo memoria, eso sí, nunca ha querido hablarme de mis padres, pero bueno, para mí él ha sido como un padre, a los 10 años el tío me introdució en el "mundo" del motor, y me tuvo como aprendiz en su tienda de recambios de coches, con lo que se puede decir que sé bastante de coches, ya que yo era el "mecánico" de la tienda; así vivíamos hasta ayer, cuando salimos rumbo a Turquía.
Recordáis lo que os dije de que la mente de uno empieza a flotar, pues bien, ese estado se puede terminar muy fácilmente, como me ocurrió a mí; escuché un pequeño estallido, y luego el horrendo ruido del caucho roto contra el suelo; al parecer había estallado una rueda; paré el Trabant lo antes posible y me bajé a ver lo que podía hacer. La rueda trasera derecha estaba totalmente reventada, y la izquierda se encontraba a poco de seguir los pasos de la primera; así que me puse manos a la obra y cambié ambas ruedas, pero esto nos dejaba sin ruedas de recambio, debía llegar los antes posible a Sturovo para comprar otras de recambio.
Finalmente llegamos a Sturovo, y tras dejar al tío en el motel, fui a hacer algunas compras con el dinero que había conseguido; también cabe destacar que justo antes de entrar a Sturovo el coche se quedó sin combustible, así que tocó repetir el proceso de la gasolina y el aceite. Sobre las compras, primero fui a un taller para cambiar de una vez por todas una de las puertas del coche, que llevaba abollada desde Dios sabe cuándo; también fui a un tienda a comprar repuestos para el coche y llenar la lata de gasolina, por último, pero no menos importante, limpié el coche, porque las carreteras de tierra por las que habíamos pasado no es que le sentasen muy bien al coche con respecto a la estética, y eso sin mencionar a toda la visibilidad que se perdía con las manchas de barro.
Hecho esto volví al motel, y al llegar a la habitación encontré otro documento al lado de mi tío, yo sabía que ya había visto suficiente, pero la curiosidad me comía por dentro, así que miré el documento; el estilo era parecido al del anterior, pero este hablaba de que estaba prohibido que cualquier propiedad del estado, incluyendo la propiedad de automóviles como el Trabant que conducíamos, atravesara las fronteras de la RDA, un poco más abajo también hablaba sobre las fronteras y el visado, y aunqueno entendiese mucho de lo que ponía, intuí que no era algo bueno; me di cuenta que en la otra cara del documento había una especie de croquis sobre cómo llegar a Turquía desde la RDA. Por lo que veo, el tío tenía esta travesía planeada desde hace tiempo, y al parecer el gobierno estaba obstaculizando todo intento de dejar el país.
Traté de quitarme lo que ponía en el documento de la mente e irme a dormir, por suerte estaba cansado por la longitud de la travesía de hoy, asi que el cansancio me pudo y me mandó a dormir.
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Jalopy, un viaje por el este
Historical Fiction9 de Noviembre de 1989, cae el muro de Berlín, y con el toda la máquina comunista. La gente trata de volver a sus lugares de origen, pero el viaje sigue siendo complicado.