Esta es la parte de mi vida a la que he colocado el nombre de "El fin de todo". Casi todas las cosas que quiero resultaron ser una mentira. Estaba de pie en el centro de una sala, confundido y con la mitad de mi rostro quemado. La música sonó y las personas que consideraba importantes para mí aparecieron desde ambos lados danzando de manera frenética y descontrolada; me encontraba en una mascarada. Y yo era el único que no sabía cómo mover los pies.
¡A quién pueda escucharme tengo algo que decirle!
Yo era un buen hombre antes de que mi cuerpo se convirtiese en recipiente de todos los males, ahora soy un monstruo; ellos me convirtieron en esto. Puedo sentir mi piel perdiendo solidez y luego a mi cuerpo derrumbándose. Las mentiras enterrándose en mi pecho como dagas con el suficiente cuidado para no causar mi muerte pero asegurando un intenso sufrimiento. Puedo sentir lo indecible y escupir gritos silenciosos producto del pánico.
El baile ha terminado y mi cuerpo yace sobre el suelo bañado en sangre. Este es solo el comienzo, pues los demonios de túnica color carmesí se han situado a mi alrededor y están haciendo preguntas que no puedo responder. Desearía que alguno de ellos entendiera mi silencio, ninguno lo hará; ellos necesitan que yo sucumba ante la tragedia.
La esperanza apareció en el última instancia y huyó dando saltos entre los presentes, pero alguien de quién esperaba lo mejor también hizo una aparición imprevista derrumbando la puerta y fue la puerta la que aplastó al hada antes de que pudiese alcanzar la libertad. Irónico... La esperanza siempre es lo último que se pierde, ¿Cierto?
De quién esperaba lo mejor soltó una carcajada y el fin de todo había comenzado.