CAPÍTULO II: PESADILLA

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Entramos, y precisamente estaban todos los trabajadores realizando sus oficios, mi padre, llamo a todos, interrumpiendo sus actividades; los hizo reunir delante de mí y él. En ese momento yo pensaba que eran unos hombres desagradables: todos sucios, todos atarbanes, todos pobres.

-señores, ¿Cómo están? - les pregunto él.

-muy bien Don Isaías- respondieron ellos, casi en coro.

-me alegro mucho, los interrumpo para presentarles a mi hijo, Christopher- dijo mi padre mientras me empujó un poco por la espalda-. Que viene a trabajar con nosotros durante tres meses, y el día de hoy empieza. Está aquí para ayudarles a ustedes en lo que cada uno necesite, para colaborarles en lo que él pueda. Además, ustedes me van a tener informado de su comportamiento. Espero que no haya dificultades con eso, y el respeto reine en este lugar, cierto Christopher- lo dijo con un tono sarcástico y me volteó a ver.

-si padre- dije, mientras miraba el suelo, todo aburrido, todo desconsolado, como humillado.

-descuide Don Isaías, su hijo va a estar bien, todos vamos a ser buenos compañeros. No se preocupe nosotros se lo cuidamos.

-bueno señores, no les quito más tiempo, hablamos luego- todos se fueron a continuar en lo que estaban, incluido mi padre.

-espera padre, ¿es enserio? ¡No me puedes dejar aquí solo con ellos! – le dije mientras lo perseguía.

-ya Christopher, no sigas más, aquí no te va a pasar nada, ellos son buenas personas. Deberías hacer lo mismo que ellos y ponerte a trabajar, hay mucho trabajo hoy, porque es día de descarga, más tarde llega el camión con la mercancía. Y otra cosa hijo, no quiero quejas de malos comportamientos tuyos, esto podría ponerse peor. Chao hijo, te recojo a las seis de la noche, te quiero mucho- me dio un beso en la frente y se marchó.

No podía cree lo que me estaba pasando, mi propio padre me había abandonado con unos salvajes, pero no solo eso, tambien les había dado autoridad sobre mí. Eso me enfureció mucho. En eso recordé la cita que tenía con mis amigos, así que decidí llamarlos, pero antes de eso me puse a pensar un buen momento la mentira que les iba a decir: no podía decirles que tenía algún familiar enfermo, porque querrían visitarlo, tampoco les podía decir que estaba trabajando en la oficina con mi padre, porque tambien querrían visitarme. Después de mucho pensar se me ocurrió una idea: llamé primero a Thomas, pues era el anfitrión.

-hola Chris, te estamos esperando- dijo sin ni siquiera dejarme saludarlo- ya estamos haciendo palomitas de maíz y tambien pedí helado y pizza.

Yo, quedé perplejo y muy desalentado de ver la gran tarde que iba a perder, una tarde con mis amigos haciendo las cosas que me gustan, comiendo lo que me gusta. Pero lo peor de todo es que ya no había nada que pudiera hacer.

-hola Thomas, no puedo ir hoy, ni tampoco mañana, ni ustedes pueden venir el domingo a mi casa.

- ¿por qué Chris? ¿Ha ocurrido algo grave?- se notó su tono de preocupación.

-no, nada grave, solo que a mi padre se la ocurrido la brillante idea de visitar a mi abuela este fin de semana y salimos en 15 minutos para el aeropuerto, eso fue algo que nos dijo mientras estábamos almorzando, ya que era una sorpresa que nos tenía. Qué pena con ustedes Thomas, dejarlos con todo preparado. Pero espero que me entiendan.

-no te preocupes Chris, claro que nosotros te entendemos, tambien sé qué es eso, mi papá lo hace con frecuencia. Entonces que te vaya bien, le diré a Saúl que está aquí conmigo. Me saludas a tu abuela.

-muchas gracias por entender Thomas, se cuidan, hablamos luego.

Colgué inmediatamente el teléfono, para que no me fuera a preguntar algo más. Y al instante de haber hecho eso, escuche mi nombre: me estaba llamando uno de los trabajadores de mi padre, precisamente para ponerme a trabajar. Así que volteé a ver de dónde venía el llamado y me dirigí hacía él. Era un hombre algo mayor que mi padre, yo lo miré con desconfianza.

EL DESPERTADORWhere stories live. Discover now