VI

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Cuatro meses.

No eran novios como tal, ni siquiera alguno de los dos había aceptado del todo sus sentimientos, pero Chūya sabía que gustaba de Dazai y Dazai... Bueno, en Dazai había algo a veces que le daba un poco de esperanzas.

Pero sólo un poco.

Tampoco se hacía demasiadas ilusiones.

Porque nadie en su sano juicio se hacía ilusiones con alguien como Dazai. Y a Chūya le gustaba pensar que, dentro de todo, aún conservaba un poco de cordura en su ser.

—¿Eres idiota? —Dazai sonrió sarcásticamente y Chūya resopló en respuesta, luego movió la mano con desdén.

—¡Adelante, hazlo tú!

—No. —El pelirrojo bufó y aventó con fuerza la libreta al suelo, el lápiz se lo arrojó a Dazai, quien lo atrapó en el aire sin mayor dificultad—. Es por eso por lo que no creces; eres tan gruñón, enano.

Chūya podía sentir la vena de su sien palpitar aceleradamente. Quería golpear a Dazai y dejarlo inconsciente de ser necesario.

Pero luego estaba eso... Ese... El momento.

Los dos se quedaban en silencio, intercambiando miradas desde la comodidad de sus camas. Chūya casi siempre estaba enfadado, con los brazos cruzados y la mirada afilada; Dazai sonreía a penas un poquito y le miraba con los ojos llenos de algo... Algo a lo que Chūya no se atrevía a poner nombre pero que allí estaba, a fin de cuentas. Y se le agitaba el corazón, la furia se desvanecía y daba paso al remolino de sentimientos encontrados de te quiero...

—Te quiero... Te quiero bien abajo en el infierno.

—Iré sólo si vienes conmigo.

Dazai era tan ingenioso para sus respuestas y Chūya tan propenso a dejarse engatusar.

Chūya siempre era el de los sonrojos crueles, el que desviaba la mirada porque no soportaba la intensidad que emanaba de los orbes contrarios.

—Ni siquiera es tarea tuya, no tienes porqué esforzarte.

—Hmm...

—No tienes siquiera que hacerla.

—Hmm...

Dazai se levantó de mala gana y recogió la libreta para dejarla sobre el escritorio de Chūya.

—Lo digo en serio, ¡procrastina conmigo! Vayamos a buscar algo para comer... tengo hambre.

—Hmm...

Las situaciones eran siempre similares. Al final, Dazai recurría a la cara de cachorro abandonado y en cuestión de segundos, Chūya ya caminaba a su lado, dinero en mano.

No es que Chūya fuera débil o se dejara controlar, es que desgraciadamente, para ese tiempo, Chūya ya amaba a Dazai aunque este no lo mereciera.

Ni antes.

Ni ahora.

Ni nunca.




***

Estoy escuchando canciones de Mijares, por si andaban con el pendiente.

Ah... me estoy preguntando también si debería compartir con ustedes la canción que le dio vida a este coso... ¿Alguna vez revelé con que canción escribía Trouble? ¿O alguien la adivinó? Tampoco es que haya pasado tanto pero ya no recuerdo... la edad no me está dejando nada bueno.

BittersweetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora