Capitulo 1

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The ruthless master.

Muchas personas se quedaron mirándome, claro ¿Quién no miraría al patético hombre que una espléndida rubia acaba de abofetear? Algunos se reían, otros volvían a verme esperando que sin duda yo explotara y mandara todo a la mierda. Pero no les iba a corresponder, iba a permanecer tranquilo y muy sereno con la situación, como siempre. Pero joder, fingir que no me duele...

-Oh, vamos Justin, tu mejilla sólo pica, no seas tan quejica.

-No es buen momento, Milk -dije entredientes mientras salía del restaurante directo al parking-. Sabes que momentos como estos son los perfectos para sacar el animal que gruñe en ti. Menos mal que sólo estás en mi cabeza. Si fueras real ya te hubiera metido un maldito tiro entre ceja y ceja, maricón.

-Oh, mira como tiemblo. Tus amenazas no me asustan, Bieber.

-Cómo digas...

Estúpido Milk, estúpida rubia, estúpida gente que me mira, estúpido todo, a la mierda. Subí al coche echo una furia, me apetecía emborracharme y olvidarme de todo. Joder, odiaba mi vida.

-Chaz, hermano. ¿Podrías venir al bar de siempre?... Si... Gracias hermano. Hasta ahora.

Lancé el teléfono a algún lugar del coche, aumenté la velocidad intentando disipar mi rabia. Hasta hubo momentos en que casi choco por estar perdido en mis pensamientos; No puedes ser que desde... desde eso que sucedió aquello... me haya cerrado tanto con el corazón roto que haya perdido la habilidad de seducir. Algunas sí me corresponden pero... Por dinero.

Odiaba el dinero... Bueno no... Odiaba el hecho de que el dinero trajera rubias preciosas hasta mi regazo. Yo quería una que me correspondiera por quién soy... Y por la polla que tengo, no por el maldito dinero.

Minutos más tardé después de apartar toda la mierda de mi cabeza, estacioné, perfecto como siempre, conecté la alarma, salí de ahí atrayendo la atención de algunas señoritas -pelirrojas, que pena- y...

-¡Listo galán! -dijo Milk sonriente.

Me encaminé al bar mientras guardaba las llaves en mi bolsillo, al entrar lo primero que visualicé fue a Chaz coqueteando con una morena. Retrocedí por instinto, odiaba a las morenas y Chaz estaba con una de ellas. Acomodándome el traje y suspirando con fuerza, me acerqué.

-Hola, Justin -saludó Chaz.

-Hola, mi amor. Dejé a los niños con la niñera, ya sabes... Odio que los cuiden heteros.

-O sea que tú y él... -se quebró la morena estupefacta.

-Oh sí, cielo. Estamos casados, ahora tengo que hablar con mi marido, sí me disculpas...

La morena se fue roja como un tomate. Chaz me miraba divertido y yo suspiré pidiendo un whisky.

-Vaya, primera noticia de que soy gay y estoy casado. Y contigo.

-No estoy de humor, Chaz. Me han dado calabazas otra vez.

-¿Quién, la rubia?

Asentí y él silbó, maldita sea, soy un maldito perdedor. Y lo peor de todo es que aceptaba mi condición.

-Estoy harto de tener que hacer esto.

-La racha no te duró tanto.

Sonreí pensando en mi pasado de rompecorazones. Ahora todas se iban y yo tenía que seguirlas como perro faldero.

-Eh, no te desanimes hombre. Ya verás como llega.

-Sólo espero que sea rubia -sonreí tomando el último trago de whisky.

The Ruthless Master.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora