Ese miércoles 2

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- Bueno, ¿Qué querias?

-BUA TIA, es que llevo media hora buscando al numero 21- Sí, tuve que escuchar ese puto numero otra vez. Y sí. Pasaron 2 minutos pero ella es así, una exagerada a la que adoraba - Que soy el 20 y que saber quien es mi compiiiiiiiiiii

-Eli joder.. puto susto. Buscas el 21? adivina – le enseñe el papelito. Su expresión cambió de fastidiada a feliz de la vida. Se comportaba como una niña. Era mi niña.

-BUAA TIAAAA NOS LO VAMOS A PASAR DE PUTA MA... - el profesor le culmino con la mirada como diciendo que cambiara su vocabulario, que esa no era forma de hablar en clase – jejeje... genial. Bueno, ¡vamos ya a nuestros sitios!

Nos dirigimos a nuestros sitios. Los pupitres tenían grabado el numero en la esquina superior izquierda. Cuando llegamos nos miramos con fastidio. Los pupitres estaban colocados como 19-20, 21-22. A Eli le tocó la empollona pelirroja pecosa de la clase. Me hizo gestos de “Laaaaura máteme usteeeed!” me hizo sonreír. La primera vez que lo hacia en todo el día. Estuve pensando en demasiadas cosas. Ya sabéis.

Me senté en mi sitio a esperar a mi nuevo compañero o compañera. Vi a Ainhoa viniendo hacia mí y me emocioné. Aquella chica que forma parte de nuestro grupo de amigas de confianza junto a Carol, Eli y yo. Pero ella se sentó en el número 23. Mierda. Por lo menos si mi companer@ era alguien que no deseaba tendría a dos de mis mejores amigas en la misma fila. La verdad, me importaba una mierda quien se sentara a mi lado. Tenía que mejorar mis notas y no cambiaría mis intenciones teniendo al lado a alguien majo, listo, tonto, buenorro o yo que sé.

Hablaba con Eli. Vi a alguien de reojo venir a mi lado. Pero no gire mi cabeza para nada. Aunque, claro, yo no sabía quien se iba a sentar a mi lado. Eli de repente dejó de parlotear. Su expresión fue rara, como si pasara algo.. Extraño? Malo? No soy buena descifrando caras. Miro hacia delante como si la hubiesen obligado. Bueno, a saber que le pasaba en ese momento. Luego lo entendí todo. Justo segundos después. Me giré para hablar con Ainhoa. Entonces lo vi, ahí ya sentado.

No. No. Nononononononononononono. NOOO. NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Él no podía estar a mi lado. No joder, él no, cualquiera menos él. Mierda.

Empecé a cagarme en todo. En mis profesores, en mis padres, hasta en mis amigos. Y sobre todo en mi. ¿Por qué cojones tuve que coger ese papel? Me odiaba a mi misma en ese momento por haberlo echo.

Le tenia al lado. Sí, a él. A escasos centímetros de mi. No tuve ni el puto valor de saludarle. ¿Podría haber sonreído un poco no? Yo creo que no. Sería una sonrisa demasiado falsa. Así que me hice la loca. Cogí mis libros y empecé a colocarlos como si nada. Bueno como si nada no, como si ese fuera el nexo, la meta de mi vida. Ordenar mis libros. No se quedaban todos rectos, y empezaba de nuevo; los sacaba todos y vuelta a empezar. Cualquiera hubiera dicho que era una maniática del orden. Pero le seguía teniendo al lado. Me sudaban las manos. Y mis libros estaban forrados de plástico.

Pues bien, entonces es cuando ocurrió la peor cosa que podría haber ocurrido. Esos escasos segundos se me hicieron infernales. Porque como soy una inútil, tuve que hablarle. Mierda.

Me encabrona tu necesidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora