Ya eran las siete de la tarde, y así de puntual era la chica nueva para cuando recibí una llamada; de un número desconocido que en la otra línea resopló un "Buenas. Soy yo, Karen, la chica nueva. ¿Cuál es tu dirección? Lo dijo tan fluido que ni pausas hizo aunque mi cabeza sí agregara las comas y puntos. No podría en estos momento describirles las sensaciones internas que se transmitían en lo más profundo de los nervios que conectaban alrededor de todo mi cuerpo. Pues sí era que la muy interesante tenía una voz que te hacía decaer de una.
— ¿Hay alguien ahí?... — mi silencio consumía cada centímetro de mi garganta, ya que el sonido que emitían mis pulmones para que mi laringe y que mis cuerdas vocales vibrasen estaban bloquedas por nervios extranjeros.
— Sí, discúlpame. Por un instante no me acordé de ti — mentí.
Un segundo después, estalló mi vergüenza al la chica nueva reírse en la línea. Claramente la morena era lo suficientemente astuta como para cogerme con las manos en la masa. Sabía que estaba nerviosa, ella ya lo sabía.
Cerré mis ojos apretandolos en sí. Mierda, maldecí para mis adentros.
— ¿Ahora también, resultas ser de las que se olvida de las personas después de un par de horas? Me impresionas.
— Quiero decir, solo no recordaba nuestros planes — una mentira más. En esta ocasión no se escuchó ninguna expresión de su parte, lo que me aliviaba bastante.
Después de tanto rodeo para ocultarme en mis mentiras, terminé diciéndole mi ubicación. Según ella, se estaba alojando bastante cerca de mí.
En todo este transcurso de tiempo, mi mente se hizo una analizadora del como la recordaba. Eso sí, puedo jurarles que estaba pensando tanto en ella que en esas primeras horas de su existencia en mi vida, mi pequeña ilusión se creía que solo sentía una clase de admiración hacia ella, por lo cual mi interior también lo hizo.
Buscaba una información para el proyecto en la computadora, cuando se escucha una voz muy conocida gritándome un aludible mandato, que claramente se trataba de mi madre. Abrí la puerta y fruncí el ceño al imaginarme tener que lavar los trastes o ir a echarle un ojo a mi hermana.
— ¿Qué sucede? — pregunté en un tono como ya era de costumbre, cabreado.
— Tu amiga Karen ha llegado — al finalizar su certera afirmación de la llegada de Karen, solo hice bajar esos eternos escalones que hasta el día de hoy me pregunto, ¿cómo no me pude haber desprendido en ellos y fallecido en el intento?
Cuando ya llegué al último escalón, se notaba su presencia, vestida de marrón y vino. Confirmé que sí se trataba de ella y no se cómo, pero mis emociones lograron contenerse al igual que las palabras fácilmente se filtraban por mi garganta.
— Vamos a arriba, no tenemos mucho tiempo — me giré enseguida con afán de que la morena me siguiese.
— ¿Por qué no me avisaste de esta vista? — me interrogó mi madre — hubiese preparado algo de cenar — se quejó.
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Ella Fue Quien Invadió Mi Vida
RomanceSi amaste a alguien hasta no encontrarte a ti misma... esta es tu novela.