Capítulo 8

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_Lo siento, yo no… no pienso eso de verdad.

Le tiré un zapato a la cabeza, lo esquivó y mandé a Andrés a por su coche.

_Se acabó trabajar para ti.

Saqué la maleta y lo metí todo.

_No, no, ¡no! ¡No te vayas! Anabel, ¡lo siento!

_Esta guarra se va ahora mismo de tu casa, tranquilo. _Cerré la maleta y salí de la habitación indignadísima.

Fui al despacho de Michelle y le dije que me iba, que no podía más. Intentó convencerme de que me quedara por todos los medios posibles, pero yo me negué, rechacé su dinero y me fui lo más rápido que pude. Me fui a casa de una amiga, que me acogió encantada, y yo me eché a llorar en sus brazos.

Pasaron un par de semanas, Austin me llamaba, quería que volviera a trabajar allí, decía que todos me necesitaban allí, pero yo no quería.

Era sábado por la noche y por la noche Lidia consiguió sacarme de casa para irnos de fiesta. Fuimos a una discoteca, estaba atestada de gente totalmente. Conseguimos sentarnos en una esquinita. Un chico sacó a Lidia a bailar y yo me quedé sola observando el bullicio. De pronto un rubio se sentó a mi lado, en el sitio de Lidia.

_¿Qué hace una preciosidad como tú sentada aquí solita?

Ni le miré.

_Venga ya, no me ignores bonita, ¿bailamos?

Le miré, era un chico muy guapo. Al final acepté y salimos a la pista. Después de un rato me llevó fuera, a un parking de por allí y me puso contra un coche empezando a tocarme.

_¡No me toques!, ¡suéltame!

_No bonita, sé que te encanto. _Me robó un beso.

_ ¡Qué me sueltes!, ¡joder!

_Eres muy guapa, ¿lo sabes?

_Sí, lo sé, y ahora: ¿quieres soltarme?

_No. _Me levantó la camiseta y fui a gritar, pero me tapó la boca.

De pronto apareció alguien detrás de él y le tiró al suelo. Rápidamente el rubio se reincorporó y empezaron a pelear. Yo no podía pensar, estaba mareada, muy mareada.

Me desperté, creo que estaba en un coche, tumbada en los asientos de un coche. Había alguien mirándome en la oscuridad, pero me dolía mucho la cabeza, cerré los ojos y me quedé dormida.

La luz a través de una ventana me despertó y apreté los ojos porque me molestaba. Estaba en una cama, blandita, muy blandita y a muy buena temperatura. Noté una respiración a mi lado y abrí los ojos. ¡Austin!

_¿Te molesta la luz?, ¿corro las cortinas?, ¿estás bien?, ¿te hizo algo ese imbécil?, ¿quieres desayunar?, ¿te traigo algo?, ¿estás mareada?, ¿quieres un ibuprofeno? _Estaba muy nervioso.

Me quedé mirándole y cerré los ojos. La discoteca, el rubio, el parking, yo sobre un coche, mi camiseta levantada, el chico que apareció por detrás… Todas esas imágenes vinieron a mi mente.

_ ¿Qué hago aquí?

_ Le di su merecido a aquel imbécil y te traje aquí, te desmayaste y estaba muy preocupado. Al llegar mi madre llamó a nuestro médico y vino rápidamente, fue solo de la impresión, y me alegro de que fuera solo eso. _Me cogió las manos y noté que llevaba una venda en la mano.

_Austin, tu mano.

_ Se me abrió la herida que tú me curaste, de hecho se me hizo más grande, demasiado, y el médico me puso medio rollo de venda. _Rio.

Heart in my handDonde viven las historias. Descúbrelo ahora