Capítulo 10.

1.6K 86 55
                                    


Dimitri


Casi tres meses... tres meses de búsqueda, noventa días y noches de desvelos, auto-reproches y angustia.

Todo ese tiempo detrás de Ibrahim Mazur.

Quién iba a pensar que sería él mismo quien me contactaría, pagaría mi vuelo y me diría lo que tanto moría por saber... el paradero de mi Roza.

Me ofreció un trato que no pude rechazar, me dejaría verla con la condición de antes mantener una charla personal con él y... traicionar la confianza que fue depositada en mí.

En especial la de Janine.

Nadie, absolutamente nadie puede saber que te vas – Dijo.

Confieso que no dudé en aceptar, hubiera sido un completo idiota de no haberlo hecho. Sin embargo, eso no me impidió sentir remordimiento. Todos queremos encontrarla, saber cómo está y convencerla de volver. Su madre ha puesto mucho de sí en la búsqueda y yo no podía abrir la boca.

Y así fue, hice mi maleta y abandoné la Corte prácticamente en el momento en el que terminé la llamada. Ahora me encuentro nervioso y ansioso como el demonio en mi camino a Turquía.

¡Pronto Roza!

Espero me permitas reparar el daño que hice. Esta vez no voy a dejarte ir, al menos no sin luchar.


Flashback

– ¡Belikov, tienes visitas! – Uno de los custodios habló desde la puerta de la habitación en donde estaba recluido, como el asesino que era.

La Princesa entró seguida de un hombre al que no veía desde el día en que me gradué de Sn. Basilio.

– ¡Déjenos! – Habló con autoridad mientras Lissa se sentaba frente a mí. Algo en su semblante me indicó que lo que venía a decir no iba a gustarme. Porque si tenía que ver con Rose, yo no podía ayudarla.

– No podemos Señor Mazur. Nuestras órdenes son... – El moroi lo silenció levantando la mano.

Entonces uno de sus Guardianes, el más veterano, se acercó al custodio y lo llevó a la salida – Nosotros nos encargamos – Cerró la puerta al salir.

Ibrahim Mazur se mantuvo de pie junto a Lissa – ¿Cómo estás, Dimitri? – Quien retorcía las manos con evidente nerviosismo.

Dejé mi occidental a un lado – Estoy bien – Como si fuera cierto, pensé – ¿Qué puedo hacer por ti, Princesa?

Alisó su falda un par de veces ¿Será que la tiene amenazada? – Recuerdas que dijiste que me ayudarías con cualquier cosa que necesitara ­– Asentí, esto no iba bien – No quiero que pienses que me debes algo, ya lo sabes. Pero de verdad necesito de tu ayuda, se trata de Rose...

Negué con la cabeza. Odiaba decepcionarla, detestaba no ser capaz de ayudarla, o a Rose ¡Carajo! Me odiaba a mí mismo.

– También recuerdo haberte dicho que me pidieras cualquier cosa que no tuviera que ver con ella.

Vi súplica en su mirada – Pero Dimitri, sabes que es inocente. No podemos no hacer nada, tenemos que ayudarla porque...

El hombre le colocó una mano sobre su hombro izquierdo – Vasilisa, permíteme hablar con él.

Lo miró incierta, parecía renuente a dejarme con el moroi – Yo...

– No te preocupes querida – La ayudó a levantarse y la instó a salir, ella me dio una última mirada ­de preocupación. Desconocía cuál era su papel, Rose lo mencionó en Rusia ¿Pero que hace aquí? ¿Le deberá algún favor? – Ha pasado tiempo, muchacho – Habló antes de volverse a mí – ¿Sabes a qué he venido, verdad?

REGRESA A MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora