Habían pasado alrededor de 3 semanas desde que habías terminado con JungKook; y si, debías de admitir que lo extrañabas, demaciado para ser sinceros.
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Era lunes, un nuevo inicio de semana, Jungkook se encontraba llendo al trabajo, era día de ensayo con los chicos. De camino se topó con su cafetería favorita a la que siempre te llevaba cuando lo acompañabas a la agencia; entró y fue directo a ordenar, como lo hacía usualmente; tu te sentabas y él ordenaba. Miró el menú de la cafetería, cuando una empleada le preguntó:
-Buenos días, ¿Qué desea ordenar?-dijo la señorita, con una cálida sonrisa-
-Dos expresos y... - se quedó callado, pues el pedido que realizaba era el mismo que cuando estabas en su compañía-Solo un expreso. - Volteó para sentarse en una de las mesas, en su búsqueda se topo con "su mesa" pues ustedes la habían declarado suya, ya que era su lugar favorito; fue ahí cuando se le vinieron todos los buenos momentos que pasaron en ese lugar. Se sentó y espero por su café, la mesa estaba tan callada, extrañaba sus platicas locas, que siempre le alegaban el día; miró hacia la ventana topandose con una pequeña marca casi invisible para todos, menos para él, puesto que la habían dibujado en un momento muy especial y significativo. Leyó cuidadosamente la leyenda que estaba escrita sobre el marco de la ventana, la cual decía:
"2 niños y una princesita".
Recordó momento exacto en que la escribieron, era un día lluvioso, decidieron pedir chocolate caliente con bombones, y fue entonces que se les ocurrió planear su vida juntos, su hogar, su mascota, sus hijos. Decidieron marcar el número de hijos que deseaban, al terminar, estrecharon sus manos y prometieron nunca separarse , tolerarse, y amarse.
Jungkook, al recordarlo, no sólo la promesa, si no todos los momentos tan bellos que pasaron juntos, se le vinieron unas ganas tremendas de llorar, trató de contener sus lágrimas pero no lo logró, simplemente se derrumbó sobre la mesa, y fue ahí donde se dio cuenta de lo mucho que te extrañaba y cuanto te necesitaba.
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Después de llorar y de acabarse su café, se limpió las lágrimas que tenía sobre sus mejillas, pagó la cuenta y salió de la cafetería. Se sentó sobre una banca que estaba a lado del pequeño negocio, y reflexionó, sobre todo lo que había pasado, se dio cuenta de su grabe error, que cometió sin sentido alguno, solo por que lo segabán los celos, entonces se propuso recuperarte, por que él no podía seguír sin ti, eras la uníca persona que le daba sentido a su vida, y no quería dejarte ir, para siempre. Se levantó de la banca, llamó a sus hyungs y les aviso que no iría a ensayar; tomó rumbo hacia las estaciones del metro, tenía suerte, pues quedaban bastante cerca la cafetería; espero el tren que llevaba justo a la estación más cercana a tu departamento, a unas dos cuadras. Rogaba por que estubieses allí, era su única esperanza. Bajó del metro y justo empezó a llover. Corrió y corrió esas dos cuadras faltantes para llegar a su destino. Ya ahí se dispuso a entrar, pero se dio cuenta que estaba totalmente empapado y no le quedó otra opción más que ir por las escaleras, bufó, subía cada vez más por el cubo de escaleras, era la primera vez que maldecia el hecho de que vivieras en el quinto piso. Por fin subió el último escalón, y fue en busca de la puerta número 17°. Su mano tomó forma de un puño y dispuesto a tocar, se freno, ¿Qué le diría? ¿Y si ella no lo perdonaba?. Miles de preguntas rondaban por su mente, y, sabía que la uníca forma de averiguar era tocando esa puerta, y así lo hizo; espero por unos segundos, hasta que escucho el sonido de la chapa sonar. Sus nervios aumentaron al mil por ciento, iba a retirarse, cuando se habrio la puerta, y ahí vio a la mujer de su vida, tan linda y tierna con su pijama, un chongo, muy desecho, a decir verdad, y su pequeña nariz de un tono rojizo. La miro y saludo:
-Hola... T/N-
Te sorprendiste al escuchar esa voz, inmediatamente abriste tus ojos, no lo podías creer, él estaba allí parado en el marco de tu puerta y estaba ¡¿Empapado?!, en ese momento reaccionaste:
