LOS BLACK

Despertar

Harper estaba tumbada en el sofá de su tía cuando volvió en sí. Le parecía que había regresado de entre los muertos.

Súbitamente se incorporó y empezó a toser, llevándose las manos al cuello con urgencia. ¡La hemorragia! ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?

Al no notar nada miró a su alrededor. Su tío, su tía, su primos, sus abuelos y su padre la miraban con preocupación.
—¿Dónde está el lobo? ¿Y la sangre? ¿Estoy muerta ya? Oh, dios... ¿Os mató a vosotros también?

Su padre se adelantó. Negó con la cabeza y la abrazó con fuerza. ¿Estaba llorando?

Harper le rodeó con fuerza y cerró los ojos.
—Estoy bien...
Su padre se separó lentamente y la miró a los ojos. Los suyos estaban enrojecidos, llorosos. Los de Harper brillaban con exaltación.

Durante ese instante, no pudieron apartar las miradas el uno de la otra. ¿Cuánto hacía que no pensaba en lo muchísimo que quería a su padre? ¿Y si se hubiera ido sin decírselo?

Volvió a cerrar los ojos e inspiró con fuerza.
—¿Qué ha pasado?

Esa vez fue su abuela la que se acercó.
—Te atacó un hombre lobo. Te mordió la pierna y te degolló.

Harper no dijo nada. Se quedó esperando a que añadiese algo más. Regina, sin comentar nada, la examinó de nuevo con la mirada.

La castaña llevó los ojos a su pierna. Antes no se había dado cuenta, pero una gruesa venda cubría todo su muslo derecho.
Se miró los brazos: estaban llenos de cortes sangrantes.

Además, le dolía mucho la cabeza. Es más, le dolía... la cara. Se llevó las yemas de los dedos a los pómulos y notó más vendas.
—¿Qué? —no pudo decir nada más.
—Harper, han ocurrido muchas cosas en estas horas pasadas, pero ya estás bien, y es algo que JAMÁS volverá a ocurrir, te lo prometo —dijo Marcus.
Su hija no sabía qué decir, la verdad.
—¿No debería estar muerta?
—Aquí llega lo más raro de la historia, querida —su abuela volvió a hacerse notar—. Alguien le dio sangre de vampiro a tu primo. Eso te salvó la vida. La sangre de vampiro hace que adquieras sus capacidades durante un rato, como la de sanación mucho más rápida y eficaz. Eso curó la hemorragia en tu cuello. El caso es que esa persona también obligó a tu primo a olvidar quién era, por lo que no sabemos quién lo hizo. Hemos tratado de rastrearlo, pero sólo hemos encontrado sangre en el bosque, que corresponde a la del vampiro, lo que nos lleva a hacerte unas cuantas preguntas.

Demasiada información que procesar. Harper se dejó caer en el sofá y se llevó las manos a las sienes.
—No ahora, madre. Harper necesita y va a descansar. Me da igual lo demás. Dejadla en paz —Marcus no titubeó al decir eso. Miró a sus familiares con advertencia y acarició la mano de su hija.
Su abuela asintió a regañadientes y se fue del salón, seguida de su abuelo.

Harper paseó la mirada por los presentes. Su tío, cabizbajo, miró al suelo sin decir nada. Su tía Sonia sonrió débilmente. Seguía teniéndola cariño, al parecer. Y Blake. El chico apenas pudo sostenerla la mirada. Estaba pálido, como si hubiera visto un fantasma, y con una expresión profundamente triste y deprimida. Parecía también nervioso, y movía la pierna con rapidez. Se notaba que estaba preocupado por ella, pero no sabía qué hacer, cómo debía actuar.

Harper decidió que ella no podía ayudarle con eso. Demasiada información por hoy. ¿Por qué un vampiro querría ayudarla?

****

La dejaron descansando toda la tarde en el salón.
A las nueve su padre la despertó para ir a casa.
Sonia había traído unas muletas del hospital, aunque ella nunca las había tocado siquiera.
—Mañana tu abuela te someterá a un interrogatorio, o lo intentará. Di que aún no estás lista.
—No, contestaré mañana. Quiero olvidarme ya de este tema.