Capítulo dos

20 3 4
                                    

No ha salido el alba y pienso en la emoción que se acumula dentro de mí. No puedo dormir. No puedo esperar, sin embargo, parece que todavía cabe esperar unas horas antes de que el sol aparezca. Como sé que mis intentos de despertar a mi padre fracasarán, me visto y decido ir caminar en dirección hacía el bosque. Tomo mi arco con unas cuantas flechas y emprendo.

Los pájaros entonan su tranquilizante canto, y noto que un rebaño de lúgubres grajos y cuervos empiezan a manifestar el bosque. Por la forma en la que vuelan, me doy cuenta de que están huyendo de algo o de alguien. Me encamino a el sitio donde parece haber salido el rebaño de aves negras. A medida que me acerco escucho un agradable sonido en el arroyo de una cascada. Son como una rítmica de acordes armónicos que combinan con la caída del río.

Me doy cuenta de que nunca había estado aquí. Es un lugar hermoso. El agua tiene el color de los ojos de mi padre (Supongo que también los míos por los comentarios de la gente que me conoce: "tienes los ojos de tu padre). Hay una incontable cantidad de árboles enormes a mi alrededor, todos de distinta forma y color, adornados con numerosos fruto. Ninguno se me hace familiar, aunque parecen ser caobo, porque miden 30 metros de altura, sin embargo, no todos llevan ojas blancas y tronco rojizo (como el caobo).

Luego de haber examinado la mayor parte de la desconocida zona, estoy apunto irme hasta que, con el rabillo del ojo, puedo presenciar a una persona parada sobre la ladera de la cascada.

Me vuelvo hacía el arroyo, enterándome de que, mientras me acerco, más claridad se encima sobre la figura. Es una chica, tal vez de unos 16 o 17 años, casi mi edad. Lleva puesto un largo vestido blanco decorado con franjas de oro fino que hacen juego con un par de collares, pulseras, y aretes de lo que parece ser diamante.  La chica es hermosa.

El cabello que se desliza hasta su cintura, parece llevar un color a medio camino entre el castaño dorado y el rubio miel. Sus ojos remarcan un tono azul bajo, casi plateado,  con puntintos dorados. Y su mirada me atrapa destapando un interés muy grande en saber quién es.

Mis pies se congelan. No se por qué.  Tal vez sea porque mi instinto me dice que hay que peligro, o por que estoy, de alguna manera, impactado al escuchar rugir mis latidos. Así que, como mi esfuerzo es inútil, ahora es ella la que se está acercando. Siento frío, y me mira a los ojos por un momento hasta que habla.

- Ken... -Me dice, como si nos conociéramos desde hace años- Necesitas leer esto -Señala mientras me entrega un libro.

Su voz es dulce y amable. pero sus palabras me confunden demasiado. Ni siquiera me conoce. No tengo idea de cómo supo mi nombre. Y al parecer, quiere que lea una especie de libro.

- ¿Quién eres? -Pregunto- ¿Cómo has sabido mi nombre?

- Ayer hablé con tu padre -Deplora, mientras se acerca todavía más hacía mí - Creemos que ya es hora.

No responde a mis preguntas,  pero es inevitable no prestar atención a lo que dice. 《Creemos que ya es hora》indica, ¿Hora de qué? ¿A qué se refiere? Habló con mi padre,  o almenos eso es lo que dice. Por un momento pienso que, de ser cierto, eso puedo explicar la seriedad con la que mi padre me hablaba ayer, cuando me habló sobre Rivelott. 

- ¿De que hablaste con mi padre?, ¿A qué te refieres con "creemos que ya es hora"?

- Estoy segura de que necesitas respuestas -Acierta- Pero yo no puedo darte las. Solo soy una mensajera. -A continuación me mira a los ojos y hace un gesto de preocupación.- Te necesitamos.

- ¿Para hacer qué?

- Ten -Me entrega unas cuantas hojas de papel de seda; Después me mira por última vez y se marcha a... ¿el agua? Yo estoy tan perdido en sus ojos que no puedo hacer nada más que observar. Paso a paso se sumerge a las profundidades de aquel río. Al final la pierdo de vista.

Como el alba está apunto de salir, me dirijo por donde vine. Aunque no puedo vencer la curiosidad que me está matando. El libro está guardado en un saco de caza que traje por accidente, lleva una cuerda de tela que cuelga sobre mi hombro, mientras que el documento está sobre mis manos. Y de repente empiezo a leer.

Empiezo a leer runas escritas en un desconocido lenguaje porque no puedo entender que es lo que dicen. Me doy por vencido, y me pongo en marcha a toda velocidad. Supongo que cuando llegue a casa mi padre estará furioso por mi ausencia.

Luego de haber recorrido la distancia que separa la cascada que acabo de descubrir (me parece que es la única que hay en el Bosque de la Costa) con mi estético hogar, me encuentro en la puerta, pisando el jardín, esperando alguna señal de mi padre quien seguramente me castigará pero... ¡Nada!

Comienzo a creer quen salió a buscarme, o tal vez intenta hayarme en casa de mis amigos (Roy, mi mejor amigo, Krac o quizá Wen). Sería inútil tratar de detenerlo en su intento de buscarme, así que abro la puerta con fervor y coloco el arco en su sitio, me dirijo a mi habitación,  pasando por su puerta y, lo oigo roncar.

¡Lo oigo roncar! Todavía sigue en la cama. por un momento me alivio, aunque quiero despertarlo, decido dejarlo durmiendo mientras reflexiono sobre lo sucedio en aquel arroyo, con esa hermosa chica llamada... ¿Cuál era su nombre? Ahora que recuerdo ni siquiera me mencionó su nombre, solo me entrego éste vago libro.

Estoy consiente de que no todo los días se te aparece una bella chica para informarte de algo que se ha decidido sin tu prejuicio. Todo se me hace muy pesado ahora. Aunque es inevitable no pensar en lo que ha pasado desde que abrí los ojos esta mañana.

Desde mi recámara, estoy recostado en mi litera y lo descubro en el saco. Me llevo el libro a las manos. Estoy apunto de ojearlo cuando me doy cuenta de que el título ha captado toda mi atención. "Dragonborn"

¿Dragonborn? Primero me dicen que ya es hora, quieren que me adentre a Rivelott, me entregan objetos en otras lenguas y ahora resulta que, al parecer, voy a matar dragones.

RIVELOTTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora