Capítulo único.

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Podría ser el mejor detective de todo Japón, inclusive se atrevería a decir que era el mejor de todo el mundo, poseía una inteligencia y deducción mas haya de los límites de una persona común, pero no existe una persona que sea completamente perfecta, entonces, ¿Cuál era su defecto?
Mala orientación...
Tenía 26 años y estaba seguro que hasta un niño de 10 años podría ser capaz de regresar a casa si solo caminaba unas cuantas cuadras lejos de su hogar, pero él no era así, realmente se había perdido y no tenía ni la más remota idea de como volver.

Unas horas antes Ranpo estaba en la oficina, se suponía que debería de haber estado trabajando, pero por alguna razón ese día no había mucho que hacer y comenzaba a aburrirse de estar encerrado. Siempre en esa clase de caso optaba por comer algo dulce que le subiera los ánimos, por ese motivo abrió un cajón de su escritorio y busco algunos de sus tan ansiados dulces, pero se llevo una gran sorpresa al notar que ya estaba vacío, ¿Cómo había sucedido eso?, su humor estaba empezando a decaer y hasta cierto punto comenzaba a fastidiarse, viendo la situación en la que se encontraba debería de ir a comprar más, pero ahí había otro problema,  por lo general siempre que necesitaba ir por dulces lo acompañaba Tanizaki, Kenji o Dazai, pero justo en ese momento no había ninguno de ellos.

—Maldición...-Dijo para sus adentros mientras pensaba en alguna solución factible.

No quería molestar a los demás miembros de la agencia, parecían estar bastante a gusto en ese día, Kunikida se veía feliz gracias a que su ideal no había atrofiado por algún intento de suicidio de cierta persona, Atsushi se encontraba durmiendo en el sofá mientras parecía estar soñando con comida, no parada repetir ˝Otro tazón de Chazuke", Yosano estaba en su oficina y de vez en cuando ciertas risas se escuchaban, definitivamente no entraría a interrumpirla.
La única opción que le quedaba era ir el solo a la dulcería, creía poder hacerlo, solo estaba a unas seis cuadras del lugar, así que en un par de minutos seria capaz de regresar a la oficina con una bolsa llena de dulces.

Salió de la agencia sin hacer mucho ruido y sin avisarle a nadie de lo que planeaba hacer, probablemente si lo hubiera hecho alguien se hubiera ofrecido a acompañarlo, comenzó a caminar unas cuadras y mientras lo hacia prestaba suma atención a su alrededor tratando de memorizar el camino por completo, al final pudo llegar a la tienda,  al entrar vio una gran variedad de dulces haciendo que su mal humor se pasara en un solo instante, era como estar en el paraíso o al menos así lo veía él.

Pasó varios minutos comprando dulce tras dulce y cuando salió llevaba una gran bolsa de papel repleta de ellos, ahora podría regresar a la agencia y comenzaría a comérselos con toda la tranquilidad del mundo, empezó a observar los edificios y por más que trataba no recordaba, ¿Cuál era el camino de regreso?

—Se supone que yo vine de ese lado, así que por ahí debe ser el camino.-Dijo antes de comenzar a caminar en dirección opuesta a donde realmente se encontraba la agencia.

Había caminado varias cuadras y cada vez estaba más perdido, había llegado a una parte de la ciudad que podría jurar jamás haber visto, aunque puede que si lo hubiera hecho pero simplemente no lo recordaba.

—¿Cómo se supone que debería regresar? Por esas razones odio tener que salir yo solo.-Comentó a si misma con un tono que demostraba que su buen humor se había esfumado hace bastante tiempo.

Seguía mirando a todos lados tratando de ubicarse o reconocer algún puntos de la ciudad para tratar de lograr volver,  por estar tan inmerso en sus pensamientos no se percató de que una persona venía en dirección opuesta a la suya, como ambos venían distraídos chocaron haciendo que tuvieran un pequeño tropiezo y que algunos de los dulces de Ranpo se esparcieran por el suelo.

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