Me ardía la garganta, mis ojos desataban un río de lágrimas que parecía no tener un final, sentía fuego en mis pulmones.
Agarraba con fuerza mi almohada la cual encerraba mis gritos volviéndolos suspiros, sollozaba sin parar, me temblaba todo él cuerpo y sentía que no podía mas.
Pegue al techo intentando sacar algo de mi interior, pero no estaba cabreado, no tenia fuerzas para dar golpes, estaba triste, vacio, dolido.Baje de la cama sin pensar muy bien lo que hacia en este punto de la noche, con mis manos temblorosas abrí la cajita verde que había en mi estantería quitando lo de él interior y cogiendo después de mucho algo de lo cual me arrepentiría mas tarde, los anillos que había nada mas abrir la caja se burlaron de mi, haciéndome recordarla lo cual no ayudo mucho en la situación.
Cogí él pequeño y afilado trozo de metal y lo deslice por mi carne la cual no tardo en rasgarse y en unos pocos segundos la sangre dio su entrada en escena.
Había una especie de satisfacción cuando movía la mano al deslizarla rápidamente por mi piel.
De mis ojos seguían saliendo lágrimas, notaba mi interior fallecer, había sentido tanto daño interno que sintiendo algo físico me haría recordar que por desgracia, seguía viva.
Era domingo.
Día de suicidio.