Capítulo 2

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Paula se levantó con un fuerte dolor de estómago, siempre le dolía y ya no le daba importancia. Fue hasta el baño y se miró en el espejo, menuda cara que llevaba. Pasó los dedos por su pelo intentando reducir el alboroto que había en su cabeza, pero parecía que el nido que se había formado por la noche había llegado para quedarse. Con frustración resopló fuertemente y se metió en la ducha.

Ese día sería el segundo día de colegio y Paula esperaba coincidir con Harry en alguna clase. Sabía de él bien poco, pero sentía una atracción incomparable a cualquiera que hubiera experimentado nunca. Ella sabía que no iba a ceder fácilmente, el año pasado había empezado a salir demasiado pronto con un chico que resultó ser un imbécil y la cosa no acabó bien, así que pensaba tomarse su tiempo para abrirse a Harry. Después de que pasaran las tres primeras horas de clase sin coincidir, prácticamente dejó de pensar en él y se dirigió a la cafetería en la que desayunaban siempre sus amigos. En el momento en el que entró y vio a sus amigos en la mesa de siempre empezó a caminar hacia ellos, pero nada más dar el primer paso hacia ellos, sintió que tiraban de ella hacia atrás cogiéndole de la manga.

- Hey, espera un momento.

Paula se dio la vuelta para encontrarse con los ojos de Harry que la observaban con... ¿Timidez? No lo creía posible, ¿de qué podía tener vergüenza el chico que lo tenía aparentemente todo?

- Me preguntaba ¿si podría comer contigo hoy?- formuló la última parte de la frase como si se tratara de una pregunta.- y con los demás claro.

- Supongo que si pagas la cuota no habrá problema.- bromeó ella.

Harry acercó su boca al oído de la chica.

- No me importaría pagarla por ti.- susurró con voz ronca.

Ella sintió como su corazón se aceleraba y como le flaquearon ligeramente las piernas. Respiró hondo y le dijo tonteando:

- No creo que tengas suficientes chicles de melón para permitirte comer conmigo.

- ¿Eres una fetichista de los chicles de melón?- rió él.- que sepas que es imposible que te gusten más que a mí, podría alimentarme de eso durante años.

Los dos empezaron a caminar hacia la mesa donde todos estaban ya todos sentados.

- ¡No puedes alimentarte de chicles! Necesitas algo más para vivir, además, si te los tragaras te morirías.

Él la miró divertido y le contestó:

- Veo que no eres una verdadera fan, sino creerías en esa posibilidad y la considerarías como estilo de vida

El chico nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora