Capitulo dos

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Bakugo despertó con los gritos de su madre taladrando sus oídos. Los gritos de Mitsuki eran exasperantes, Katsuki no se daba cuenta de lo parecidos que eran sus gritos a los de aquella mujer, con justa razón, era su madre.

Bostezó y volvió a abrir sus ojos, dejando al descubierto sus iris rubíes para observar su habitación. Sintió un refrescante olor masculino que definitivamente era el perfume característico de Kirishima. Las sábanas, las almohadas, todo tenía una minúscula parte de la vibrante escencia de Eijiro.

Inspiró profundamente, su nariz enterrada en las sábanas para captar cada una de las cosas que hacían a su novio ser la maravillosa persona que era. Soltó la tela y sonrió al recordar lo que habian echo ayer en la noche.

No había muchas ocasiones donde estuvieran solos, siempre estaban entre esas cuatro paredes. Ellos le consideraban su lugar privado, pero no era lo suficientemente íntimo, personal o propio para hacer las cosas que hacían cuando estaban solos.

Sentado al borde de su cama, con su mirada fija en sus pies, aunque en realidad no los veía. Su mente estaba en el pasado, algunas horas antes, en la noche. Los gemidos que inundaban su pequeño rincón privado. Sus pieles chocando, provocando ruidos húmedos que aumentaban la exitacion. El cuerpo de Kirishima, torneado y firme. Sus manos picaron por la desesperación de volver a tocar a Eijiro de esa manera. Necesitaba a Kirishima Eijiro más que el aire.

Bakugo frunció el ceño al sentir una molestia entre sus piernas.

— Mira lo que haces, estúpido. — Bakugo frunció el ceño y se dirigió al baño.

Tenía un asunto urgente que atender.

Bajó después de unos minutos, su uniforme de la U.A limpio y planchado por el mismo. Su padre le saludo con su tono afable, cuando Katsuki era más pequeño solía preguntarse de manera continúa como su progenitor habia aguantado — y aguantaba — a su madre por tanto tiempo.

Desayunó rápidamente, olvidándose algunas veces de ingerir líquidos para que su garganta quedará libre para mas comida. Se levantó apresurado, una vaga despedida fue lo único que se escucho en la residencia Bakugo.

Suspiró fastidiado en su camino a la escuela, el viento soplaba gentilmente dando un ligero movimiento a los árboles que adornaban el pavimento. El cielo estaba despejado y los rayos del sol era agradables. Una sonrisa surcó sus labios. Era una sonrisa parecida a la de su padre, calmada y amable. En esos momentos, sin molestas personas alrededor de él, Katsuki lograba estar en paz, calmarse y pensar. Sus objetivos, su camino, su relación.

— ¡Bakugo! — esa voz que reconocería en cualquier lugar le llamó.

Felizmente volteó hacia él, ya no sonreía, pero sus facciones relajadas demostraban su estado de ánimo a la perfección. Ver a Eijiro siempre levantaba sus ánimos.

— Hola. — saludó — ¿Listo para el campamento?

Kirishima asintió entusiasmado. Escuchas las preguntas de su novio acerca de cualquiera cosa siempre elevaban su ánimo. Pensar que era la única persona de la cual Bakugo llegaba a preocuparse, eso sin duda le daba una sensación de ser especial, sentirse querido.

— Vamos. — Eijiro camino a su lado, hablando cada vez más sobre temas que sabía, eran del interés de Katsuki. Mientras que este respondía con cortas oraciones expresando su punto de vista sobre la conversación.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2018 ⏰

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