Capitulo uno

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Bakugo disfrutaba el alpinismo, sin duda. Disfrutaba el helado viento golpeando en su cara, agitando su cabello. Pero algo le molestaba, comprar equipo nuevo. Si, eso era.

— Katsuki — llamó Kirishima — ¿Te gusta esta?

Eijiro tenía por lo menos una hora intentando que el rubio se decidiese por alguna de las mochilas. Hace algunas semanas, la mochila de Bakugo se había roto. Por lo que tenía que comprar una nueva, aún si eso le causaba molestias. Kirishima, quien parecía no perder sus energías, insistía en comprarla por internet.

— Que molesto eres. — renegó el rubio. Quién solía ser menos escandaloso cuando ambos se encontraban solos.

Su ceño fruncido demostraba lo enfadado que estaba de escuchar al pelirrojo hablar y hablar durante más de una hora sobre mochilas que el podría ver tranquilamente en alguna tienda.

Pasó una mano por el cabello de Kirishima, estaba hacia abajo y cubría la cicatriz que este se había echo hacía ya mucho tiempo. Halo del cabello ajeno, escuchando un quejido. Le gustaba escuchar esos sonidos.

Necesitaba más.

Deslizó su calzado, empujando desde su talón con los dedos de sus pies, despojándose de ellos. Estiro su mano izquierda y removió sus calcetines, tirando las telas negras hacia otro lado que en ese momento importaba poco. Tiró nuevamente de las hebras artificialmente coloridas de Kirishima, sus quejidos eran gloriosas notas musicales para sus sádicos instintos.

Tiró hacia arriba la tela fina que cubría el torso marcado de Eijiro. Lo observó un momento y pasó su mano izquierda desde su esternón hasta su vientre, deteniéndose donde empezaba el pantalón. Sonrió amplio, con sadismo en la mirada.

— Activa tu quirk. — ordenó con voz ronca.

Kirishima no pudo procesar las palabras antes de sentir el ardor de una explosión en su costado. Bakugo había usado su quirk, en él.

Eijiro ahogo un grito, no fue una explosión de proporciones enormes como lo eran cuando luchaba con sus enemigos. Este ardor era parecido a cuando un petardo explota en tu mano por sujetarlo mucho tiempo.

— Blasty, ¿Que rayos? — preguntó Eijiro, quien todavía no entendía por qué su novio estaba haciendo aquello.

— Sé más rápido. — respondió con indiferencia.

Atrapó los labios de Kirishima en un beso hambriento, tóxico. Con su lengua presionaba los puntiagudos dientes del pelirrojo, una vez que se abrieron y dieron acceso continúo con su búsqueda insaciable. Lamiendo la lengua de Eijiro y tomándolo por el cuello con una de sus manos. Mordió el labio inferior y jalo de este, con fuerza. La mano cerca del cuello acarició su clavícula y su mandíbula lentamente antes de volver a asentarse en el cuello de Eijiro, ejerciendo ligera presión que llegaba a despertar algo en el pelirrojo.

Al separarse del beso, Eijiro pudo observar el color rojo sangre de las iris pertenecientes a Bakugo. Un rojo que pronosticaba problemas y sufrimiento. Pero para él no importaba, sufriría lo necesario para estar con el. Superaría los problemas que hubiera que superar. Todo para poder estar con Katsuki.

— Katsuki...— su nombre retumbo en sus oídos.

Era molesto que le llamaran igual que los mediocres alumnos de su escuela media. Jamás lo diría, pero su nombre en boca de otros le hacían recordar cuando era un poco más joven, airado y más orgulloso, creyendo ser el rey del mundo. Ahora mismo le avergonzaba el recuerdo de su agocentrismo sin fundamentos. Por lo menos ahora que era más fuerte, su ego podría tener más sentido.

Tomó entre sus dedos la tela que le cubría y la paso por su cabeza. Despojándose de ella al igual que lo había echo con la de su pareja. Su espalda se tensó y volvió a besar a kirishima tomándolo fuerte por la mandíbula.

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