Capitulo 2.¡Bienvenidas!

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Sylvie.

A lo lejos ya se ve el mar. Bajo un poco la ventanilla y dejo que la brisa marina me refresque; entre el calor y el aburrido viaje estoy agotada. Mi hermana en cuanto subió al coche se quedó frita.
—Señor, ¿cuánto tiempo nos tenemos que quedar en esa casa?- pregunto.
-El que sea necesario
Sí, así de seco es mi padre, si se le puede considerar eso. Para mí es más como un desconocido. Quizás pasar una temporada con mis tíos no va a ser tan mala idea. Tienen una mansión gigante a las afueras de una ciudad de la costa de la Alta Normandía, en Francia.
Desde pequeña tengo una pasión por el océano, y cuando venía a la mansión me encantaba despertarme y ver por la ventana el paisaje que más amo.
Mi tía es un cielo y mi tío se porta bien con nosotras. Además,salir un poco de la agotadora rutina londinense nos vendrá bien. El problema son las "moscas" que rondan por la casa. Esos asquerosos niños que te borran en un abrir y cerrar de ojos la sonrisa. Mis primos gemelos.Aunque, guiándome por la lógica, la ultima vez que les vi eran unos mocosos de 9 años,y desde entonces han transcurrido más de seis años. Quizás las hormonas ya se les están calmando.
De repente la voz de mi padre anunciando que hemos llegado me saca de mis pensamientos.
-Ángela, despierta, hemos llegado- digo sacudiendola.
-¿Ya? !!Qué rápido!
Nos bajamos del coche. Mi padre ha lo ha aparcado en la cuneta de un camino de tierra, a unos cien metros de la casa. Supongo que mi padre no quiere cruzar ni una palabra con su hermano. La última vez que les visitamos tuvieron una fuerte discusión. Todavía papá no me ha querido decir a que se debió. Seguro que sobre algo que tenga que ver con la economía de la empresa,las ventas,el comercio....es lo único en lo que mi padre piensa y se preocupa,su familia le da lo mismo.
- !Venga, a qué esperáis! No creo que tengáis dudas de cual es vuestro alojamiento, por aquí no hay ni un alma- nos grita nuestro padre malhumorado.
-Ya vamos- contesta Ángela- Adiós.
-Y no maread mucho a vuestra madre con llamadas, qué está muy liada en la oficina.
A veces pienso en cómo sería mi vida si mis padres fueran como mis tíos: alegres y cariñosos. Mi madre no es tan mala persona como nuestro padre, pero no la importamos demasiado.
Andamos tranquilamente por el camino que conduce hasta la casa, arrastrando nuestro equipaje por el barro. La verja está abierta. Entramos y caminamos por el caminito de baldosas que conduce hasta la puerta de entrada, recorriendo el enorme jardín delantero. Ya está anocheciendo, y la imponente sombra de la gran finca se observa en la hierba. Tiene planta baja y un primer y segundo piso.
Me  dispongo a llamar al timbre cuando Ángela señala con cara de fastidio un folio pegado a la puerta."Queridas sobrinas, entrad por la puerta de atrás, por favor ". Quizás Eva está pintando la pared del recibidor o tío Randy arreglando alguna cosa. Bajamos las cuatro escaleras y damos la vuelta a la mansion. Subimos de nuevo unos peldaños y me acerco a la puerta.
-¡No! - grita Ángela- esper...
Demasiado tarde, ya he pulsado el timbre. Un ruidito molesto empieza a sonar. Me lo tenía que haber imaginado. Un cubo sujetado a un aparato y situado encima de la puerta vuelca,  y todo el barro que contenía cae sobre mí. Adiós a los minutos empleados en alisarme el pelo. De repente la puerta se abre de golpe. La cara de dos adolescentes reluce de satisfaccion. Con todo el ingenioso mecanismo que han montado para tirarme el barro deberían estar orgullosos de su inteligencia. Pero me parece que la causa de su alegría es verme como una croqueta  rebozada en barro. Comienzan a reírse escandalosamente, mientras Ángela me dedica una mirada de compasión. Vaya meses más entretenidos que están por venir, y tengo la impresión que no va a ser solo por las ocurrencias de estos dos mochuelos.

La sombra del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora