Capítulo 3.Conociendo todo y aprendiendo a descender colinas

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Ángela

“Esos ingeniosos e insolentes primos míos… Ellos si que se merecían pasar un tiempo con mi padre, eso les servirían casi como entrenamiento militar…” pienso yo, por lo que han hecho a mi hermana. Y encima se ríen.
Y eso solo se puede solucionar de un modo. Mientras ellos siguen riendo en mi cara aparece una sonrisa diabólica y perversa, la cual, cuando ellos la ven dejan instantáneamente de reír y palidecen por momentos. Saben lo que voy a hacer. Y eso hace que mi sonrisa se ensanche.
-¡Tía Eva!¡Tío Jorge!¡Matthew y Philippo han tirado un cubo de barro a Sylvie y se están riendo!-Chillo yo con voz mosqueada. Por esto no echaba nada de menos a estos dos diablos.
Segundos después se oyen pasos atropellados venir hacia nuestro paradero. Y entonces allí aparecen nuestros queridos tíos, que al ver a mi hermana ponen cara de horrorizados y los ojos se les intentan salir.
-¡Niños!- chilla alarmada nuestra tía-¡pedid disculpas!-ellos rápidamente la hacen caso murmurando una disculpa por lo bajo, y luego enviándome una mirada de odio-¡A dentro, creo que tenemos que hablar de vuestros modales…!- chilla mi tía mientras entran y se van a una sala.
-Pasar chicas, lo siento mucho.- Se disculpa mi tío- ¿qué tal el viaje?-pregunta ya más tranquilo, mientras señala a mi hermana por donde hay que ir para llegar a su baño.
-Aburrido tío. Y encima papá estaba más atento de que no pudiéremos recordar el camino de vuelta a casa que de nosotras.- contesta mi hermana mientras le sigue subiendo las escaleras.
Vamos andando por el segundo piso, cruzando de un lado hacia otro, una y otra vez… Y… creo que me he perdido, pero entonces el tío se para y la enseña a mi hermana su habitación, que a mi parecer es inmensa y majestuosa, casi como la de una princesa, y lo más importante, el baño. Nos despedimos de Sylvie y vamos en busca de la mía.
Unos cuarenta kilómetros más tarde, o eso es lo que a mí me pareció, llegamos a mi habitación. Tío Jorge la abre dejando a la vista una espectacular habitación de suaves colores, sobre todo el azul, el rosa y morado. Con una gigantesca cama, un gigantesco armario…. y con mil cosas más.
Mi tío se despide y se va para darme algo de intimidad. Yo dejo caer la maleta y voy directa a tumbarme en la cama, pero justo cuando estoy encima de ella disfrutando de su comodidad, suena un fuerte clingggg… Y las puertas hacen como si se cerraran aún más fuerte de lo que estaban.
Voy hacia ellas y las intento abrir, pero a pesar de mis esfuerzos, me resulta imposible.
Decido esperar, mientras descanso, a ver si se vuelve a abrir, sin resultado. Espero y espero… Incluso me ducho. Pero no, no se abren las puertas, así que decido hacerlo por las malas. Empiezo a sacar las sabanas extra de la cama, las cuales son muchísimas, y las voy uniendo con nudos fuertes y bien hechos, de los que me enseñaron en los scouts.
Al finalizar los ato a una barra del armario, ya que es muy resistente, y compruebo si puede con mi peso.
Salgo a la terraza y desde allí miro por donde puedo salir, lo cual me va a resultar bastante difícil, ya que solo veo otra terraza debajo y los bonitos grabados de la pared.
Como último intento chillo a ver si alguien me escucha, pero parece ser que la suerte hoy no está de mi parte.
Empiezo a descender tranquilamente y con calma para no caerme. Consigo llegar a la terraza situada debajo de mi habitación, pero eso no me ayuda nada, ya que está vacía y cerrada.
Empiezo otra ver el descenso tranquilamente, pensando que ya es el último tramo, pero ya casi al final, una voces, para mi desconocidas,  aparecen debajo de mí.
-¡Chica! ¿Qué haces? ¡¿Estás loca?!-Chilla una voz.
-¡Te vas a caer!- Espeta otra.
Yo, casi al final del tramo, les intento contestar, pero eso me distrae lo suficiente como para perder la concentración y que mi tobillo se tuerza. Me agarro con fuerza a la suave tela y reprimo el dolor mientras bajo.
Ya casi al final, no puedo aguantar más y mis manos, involuntariamente, se sueltan de la tela y yo caigo. Espero el dolor ,pero no , lo único que siento en un cuerpo que me agarra y lentamente me deja en el suelo.
-Hola princesa, ¿no te habían avisado de que tu príncipe te rescataría?- me susurra al oído un chico con voz melosa.
¿No era suficiente aguantar a los gemelos?

La sombra del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora