El primer paso

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Abrir la puerta y encontrarse con un entusiasta adolescente aguardando frente a ella no era algo a lo que Stark podría acostumbrarse, en especial porque Peter tenía los ojos brillosos y lucía igual a un cachorro que esperaba a que lo llevaran a pasear.

Stark pellizcó el puente de la nariz, y apretó los labios.

Acababa de despertar gracias a Jarvis, y su cerebro no terminaba de procesar toda la situación.

—Niño, ¿Qué haces aquí? —preguntó al fin.

Peter trazó la mejor sonrisa que pudo.

—¡Muy buenos días, señor Stark! Estaba preguntándome... ¿Cuándo comenzaremos con el proyecto? ¡No hay apuro, por supuesto! Tampoco me molesta sentarme a ver televisión todo el día (Por cierto, ¡Qué gran habitación me ha ofrecido! ¿De verdad no le molesta que use su televisor? ¡P-prometo no dañarlo!), solo quería... Uh, ya sabe, ir preparándome mentalmente para... trabajar con usted. Además, estoy seguro de que usted es un hombre ocupado, y no quisiera ser una molestia. Hmm... Bueno, en realidad no venía a hablar de todo esto, sino más bien quería preguntar algo, pero creo que ya se me olvidó...

La voz de Peter fue volviéndose cada vez más baja, pero Stark ya había dejado de oír en «¿Cuándo comenzaremos con el proyecto?»

De hecho, ni siquiera sabía qué se suponía que debía hacer.

«¿De verdad tengo que hacer de niñera de este mocoso por los siguientes dos meses?»

Enfocó la mirada en Peter, quien continuaba hablando pese a que él no lo escuchaba.

—Ya —dijo, y lo cortó de golpe en medio de su discurso—. Ya, ya —«Hablas demasiado»—. Sí... Ehm, con respecto al proyecto... —contempló hacia los lados en busca de palabras, ideas, ¡Lo primero que su cerebro fuese capaz de arrojar! Luego, volvió la vista a Peter y de nuevo se halló con esos ojos brillosos. «Este niño...»—, tendrás que trabajar por ti mismo durante este primer mes, y ya luego figuraremos qué hacer —al menos así, quizás, tendré algo de tiempo para mí.

El entusiasmo de Peter se apagó de forma instantánea.

—¿Trabajar por mí mismo? —preguntó sin ser capaz de ocultar su decepción—. Pero... Ni siquiera sé qué hacer, señor Stark.

Tony le dio una palmada sobre el hombro.

—Ya se te ocurrirá algo —dijo sin tomar mucha importancia al tema—. Si necesitas ayuda, tienes a Jarvis a tu disposición.

—De acuerdo.

—Y recuerda no tocar ni romper nada, ¿Me entendiste?

Peter asintió con la cabeza.

—No se preocupe. Soy bueno manteniendo las cosas en orden.

—Buen muchacho —Tony volvió a palmear el hombro de Peter. Ambos intercambiaron miradas, aunque la del muchacho se hallaba repleta de dudas—. ¿Qué esperas? ¡Vamos, vamos, vamos! Andando.

—¡Ah, sí! Lo siento, señor Stark.

Peter dejó escapar un respingo y, tras murmurar algo, se alejó de la habitación de Tony con rapidez y sin enunciar más palabras.

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.

.

Tony decidió encerrarse en el taller que mantenía en el sótano mientras se encargaba de trabajar en la tecnología que él mismo se hallaba desarrollando. A su lado, Jarvis había dejado distintas muestras de metal además de piezas de cristal para que él escogiera las más favorables. Él examinó el primero, pero lo dejó caer casi de inmediato, hastiado.

—Jarvis, ¿Qué es esto?

—Son las muestras que usted ha solicitado, señor.

Éste dejó escapar un suspiro y removió las gafas de protección que tenía puestas.

—Estas muestras son muy gruesas para crear nanobots. Necesito un material resistente y flexible. ¿Esto? —golpeó la mesa con la pieza de metal y frunció el ceño—, esto no solo sería imposible de ensamblar, también pesaría más de lo que debe —se despojó de los guantes—. Vamos, empieza a trabajar antes que decida reprogramarte.

—En seguida, señor.

Lo bueno de tener una IA como sirviente era que ésta no lo demandaría por quebrantar los derechos humanos, aunque, por fortuna, no había necesitado reprogramar a Jarvis desde la última versión que le realizó un ajuste... seis meses atrás.

Mientras Jarvis se encargaba de recoger todo el material, Tony se distrajo con las cámaras de seguridad que se hallaban al otro lado del sótano, separadas de su área de trabajo por una pared de vidrio triplemente templado como medida de seguridad en caso de que ocurriera algún accidente en su «laboratorio». Sintió que algo faltaba y no fue hasta un par de minutos más tarde que lo descubrió: Happy no se encontraba vigilando.

—Oye, Jarvis, ¿A dónde fue mi querido Happy?

—El señor Happy ha ingerido una gran cantidad de tacos al pastor y, en consecuencia, sufrió de un grave problema gastrointestinal. Ha evac——

Tony lo interrumpió.

—No, no. No digas más. No necesito detalles.

—En cualquier caso, he limpiado el lugar.

—¿Estás seguro de que lo has hecho bien? ¿No hay olor a...?

—En lo absoluto.

—Bien... —Stark abrió la puerta que lo conducía fuera del laboratorio y dentro de la cámara de vigilancia, y examinó el lugar.

Sobre el escritorio todavía había una caja de tacos, y uno de ellos a medio comer, pero no había señales del «accidente» que tuvo Happy, y Stark elogió mentalmente a su fiel sirviente por haberse encargado del problemilla.

Recorrió con la mirada todas las pantallas allí puestas, y enfocó su atención en una de ellas: La que se hallaba oculta en un oso de peluche instalado en la habitación del mocoso que debía quedarse con él.

Al parecer, Peter estaba hablando con su osuno compañero, y Stark se llevó una mano a la barbilla de forma pensativa.

—Jarvis, activa el audio de la 327.

—De acuerdo, señor.

El micrófono instalado en el oso de peluche fue activado, y Stark fue capaz de oír las palabras que estaba ofreciendo el muchacho a su compañero, el cual se hallaba cómodo entre las manos de Peter.

—...por eso quiero hacerlo bien —decía Peter con una voz un poco distorsionada a causa de la calidad del audio—. Sé que mi tío Ben estaría orgulloso de mí y, esté donde esté, sé que estará feliz de haber llegado tan lejos. Aun así, tengo miedo a fracasar. El señor Stark ha sido lo suficientemente amable para permitir que me quede en su casa durante estos dos meses, y no quiero causarle más molestias... —suspiró y mantuvo el silencio por unos segundos antes de proseguir su discurso—. Sé que es tonto confesarme a un oso de peluche (¡No te ofendas! Sigues siendo genial), pero el señor Stark es intimidante, y yo solo quiero hacer las cosas bien para lograr impresionarlo —Peter sonrió con sinceridad, y Tony fue bajando la mano poco a poco—. Esto es una tontería, lo sé. Es decir, ¡Hablamos del señor Stark! No hay nadie más impresionante que él, pero si se volteara a verme y ver mi trabajo, yo... uh...

Peter vaciló un poco, pero Tony ordenó a Jarvis a apagar el audio antes de oírlo una vez más.

«No sabe que puedo escucharlo»

—Jarvis, contáctame con la señorita Romanoff de inmediato.

—¿Tiene algún plan, señor?

—Por supuesto —dijo Tony, y se encaminó a la planta baja de su mansión—: No defraudar a ese niño.

PCCE | HIATUSWhere stories live. Discover now