Jeon Jungkook tenía una vida normal, un simple estudiante de universidad que vivía en Seúl.
Todo muy lindo, ¿no?
Pero vamos, las cosas nunca pueden ser perfectas para siempre, y mucho menos cuando tienes un compañero de cuarto llamado Kim Taehyung...
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JungKook miró con desinterés la televisión, ningún programa se le hacía interesante, y sólo le quedaba ver los exclusivos de publicidad. El omega mordió su labio inferior, pero se sobresaltó al sentir que el sofá junto a él se hundió, TaeHyung había llegado corriendo, y prontamente le arrebató el control. El castaño cambió rápidamente de canal, hasta encontrar uno muy peculiar...
Los programas para niños. JungKook miró confundido al alfa.
—Buenos días, cariño.
El pelinegro regresó su vista a la pantalla y una pequeña risa salió de él, pues aquel programa era muy tonto, pero a la vez tan divertido. Al final del capítulo en castaño comenzó a cantar el opening de la serie.
—Tan loco—JungKook negó y recargó su cabeza en el hombro del contrario. Tae sonrió y entrelazó sus manos.
Esa mañana vieron todos los programas para niños, ambos riendo por las ocurrencias de los personajes.
Simplemente tierno.
❤❤❤❤❤
TaeHyung miró que su pequeño se había dormido en su regazo, no quería moverse para no despertarle. Admiró su lindo rostro y sonrió en grande.
Realmente amaba a ese pequeño, aunque casi siempre le diera manotazos al hacer algo "malo". Como aquella vez que no lavó los trastos, o cuando no separó la basura inorgánica. Aquellas muestras de "amor" siempre venían acompañadas por un "si lo vuelves hacer te irás de aquí, y adiós".
El castaño revolvió los cabellos del menor, y recibió un golpe inconsciente por parte de JungKook.
Ahhh, realmente lo amaba.
Definitivamente ese pequeño omega le hacía sentirse feliz, no sabría qué hacer sin la presencia del hermoso chico.
