Mi pequeño jazmín

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MI PEQUEÑO JAZMÍN

Ra's al Ghul el conocido magnate y uno de los hombres más poderosos del mundo caminaba en uno de los largos pasillos de su antigua mansión árabe, una herencia de familia donde habitaba con orgullo y poderío donde muy pocos tenían el placer de ver aquel lugar tan exquisitamente ornamentado y con tantos años de antigüedad.

Aquel hombre de cuarenta años esbelto, de pelo negro con canas a sus lados, perilla, piel morena y ojos verdes regresaba después de un viaje de negocios al extranjero. Odiaba tener que irse, sobretodo si era para hacer el trabajo de sus subordinados incompetentes, prefería quedarse en su hogar, tomar un té en su estudio o dar un paseo por aquellos jardines idílicos llenos de plantas, hermosas flores y fuentes de las que siempre emanaban agua y estanques con hermosos nenúfares donde danzaban los peces a su antojo.

Desde muy joven había amado aquella parte de su hogar puesto que era un descanso tanto para su cuerpo como para su alma. Aquel lugar parecía estar exento del duro clima de su país puesto que allí siempre la temperatura era agradable y las flores brotaban como si fuera primavera todo el año.

Siempre olía a flores el lugar pero el olor que más destacaba era el de los jazmines, aquella pequeña flor blanca que parecía delicada pero era todo lo contrario a eso, su belleza y elegancia era inigualable en especial bajo la luz de la luna y su exquisita fragancia siempre le relajaba.

Sí, definitivamente siempre le había parecido una hermosa flor es por eso que tenía sus aposentos un acceso directo a su jardín privado donde se encontraba el jazmín más hermoso del mundo.

Su jazmín, suyo y de nadie más.

Recordaba la primera vez que lo vio. Había tenido que ir a una junta con una empresa que pretendía comprarla, fue sencillo, nada más enseñar cuánto dinero estaba dispuesto por pagar la empresa se rindió a sus pies y solo tenía que ir allí por asuntos legales, había una tormenta bastante fuerte y por mucho que deseara volver su avión no podía despegar por lo que el resto del día se quedaría en el hotel a terminar unas transacciones y a hacer algunas llamadas.

El cielo era gris y el ambiente triste, deseaba volver a su trozo del Edén y seguir con su vida contemplativa y solitaria pero por el momento no podría. Salió de su lujosa habitación de hotel y, en vez de llamar a recepción, fue a la zona del restaurante a pedir un café, la verdad es que no le gustaba mucho el café que solía tomar en ese país pero necesitaba desconectar un poco y fue cuando vino a su olfato un agradable olor a jazmín que se acrecentó por momentos

– Buenas tardes ¿qué desea? – sonó una voz que le recordó a las muchas aves que habitaban en su jardín y fue cuando lo vio, al instante se quedó prendado por aquel muchacho de a lo mejor veinte años, piel blanca como el jazmín, cuerpo pequeño y esbelto que le recordaba a los juncos de su jardín, labios rojos como las rosas, cabello sedoso y negro como la noche, esos ojos azules llenos de inteligencia y tan hermosos como sus estanques.

Nada más verlo se quedó prendado y eso que pensaba que aquel viejo corazón suyo no podría volver a sentir esa sensación de éxtasis y tal grado de felicidad por alguien, por desgracia, no pudo conseguirlo al momento por lo que aquel hombre que estaba acostumbrado a conseguirlo todo al principio se ofendió pero era paciente y siempre obtenía lo que quería.

Al principio quiso comprarlo gracias a sus riquezas pero eso no bastó, le mostró todo lo que obtendría si venía con él pero aunque le hubiera mostrado el lugar donde viviría y todos los lujos que tendría no le importó y seguía negándose así que, como la flor que era, lo cuidó y fue amable por lo que dejó de lado el dinero y trató de hacerlo a la antigua usanza para así conseguir que se abriera a él hasta que al fin consiguió que se abriera a él. No pudo sentirse más feliz en aquel momento sobretodo porque conforme cada día que pasaba y que le conocía más se convencía que aquello no era un mero capricho.

Cuando entró a la estancia vio a su pequeña flor dormido en el ventanal rodeado de cojines y hermosas alfombras por lo que se permitió contemplarlo.

Sin duda era el ser más hermoso que había visto en su vida, era perfecto, no había ser más bello en ese mundo que su pequeño jazmín.

Acercó una mano a su cabello y lo acarició consiguiendo que el joven se remoloneara cual gato manso y abriera los ojos lentamente

– Ra's – le llamó en sueños al notar esa gentil mano sobre él

– Shh sigue durmiendo – susurró tranquilo viendo aquello que le resultaba más hermoso que ver el amanecer en aquel jardín, le tomó en brazos y lo llevó hasta la mullida cama de fina seda donde suspiró y se acurrucó. El mayor lo observó de nuevo en silencio hasta que se agachó a él y le dio un suave beso en los labios – descansa – le dio un beso en la mejilla y después en la frente – أحبك يا ياسمين الصغير (te amo mi pequeño jazmín)

FIN

Mi pequeño jazmín (Ra's x Tim)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora