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Todo el mundo quiere a su madre, la mujer que daría la vida por su hijo.

Ese no es mi caso.

Recuerdo que desde muy pequeño, mi madre siempre estaba sonriendo, a mi padre nunca lo conocí.

Ella parecía ser ese tipo de persona cariñosa.

Apenas a mis 5 años, me llevo a un campamento privado, ahí estaba un hombre, que era aterrador, el me enseñó de armas.

Nunca olvidaré ese infierno, donde me sujetaban con cadenas, me daban latigazos si hacía algo mal, mi trabajo

Antes, tenía un amigo, al parecer alguien igual que yo, aunque  más importante, siempre  jugábamos, él se volvio mi mejor amigo.

Pero cuando llegue a ese infierno, no lo veía más y  la tortura nunca faltaba.

Debía aprender sobre las armas, como prepararlas, armarlas, recargarlas, pero la peor de todas era reconocer el efecto de ellas.

En pocas palabras, era reconocer que tan potente eran las balas por cada arma, mi cuerpo  se llenó de cicatrices.

Cuando salí del infierno como un "graduado" ya no era un niño inocente, era totalmente serio y frívolo.

Desde que era niñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora