Día 20

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Cuando llegó a casa por la madrugada, desperté y lo vi ahí, suspiré aliviada, luego noté las marcas de la noche por todo su cuerpo y me preocupé aún más; cicatrices en la cara, en su cuello y pecho.

Casi nunca me deja curarlo, por eso ya no lo intento.

Desapareció por días, y regresó hambriento, pero solo vino a comer, para luego volver a irse.

¿A dónde va con tanto apuro?

Buen Hijo |•COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora